1. Inflexion anal.


    Fecha: 04/12/2018, Categorías: Transexuales Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... olvidándome de todo escrúpulo, sin dejar de lamerla un solo instante, la llené de mi saliva, hice que su puntita abierta y húmeda besara mis labios, y me la metí y saqué toda, una y otra vez, haciéndola chocar con la garganta – glup, glup… mientras el comenzaba a resoplar – arf, arf, arf…
    
    Al poco, agarrando energicamente mi cabeza, también él me retiró – ¡mierda, LodoyFango, en serio!
    
    - ¡Lo siento, para, para que me voy a correr ya de cómo me tienes!
    
    - No pasa nada, no impolta, disfluta… – le contesté suspirando, ¡ains!
    
    Y lo hizo de inmediato, descargando una cantidad enorme de viscosa leche caliente que me llenó hasta rezumar por las comisuras de los labios.
    
    - ¡Qué brutal! – exclamó, ¿vamos a acostarnos? – me sugirió y yo lo tragué todo – ¡rico, rico!
    
    Sin esperar ninguna respuesta, agarrándome de una mano, me condujo por un pasillo oscuro hasta el dormitorio, me tumbó sobre su cama que estaba desecha y, en la penumbra de luz mágica que entraba por la ventana, comenzó a desnudarme mientras me lamía todo el cuerpo.
    
    - ¡Qué bien hueles, qué rico estás, te voy a comer todo!
    
    - Come, cómeme… – le dije susurrando.
    
    Y excitado como nunca, estremeciéndome de placer mientras aplastaba su cara contra mi sexo, comencé a agitarme sin poder parar. Pero él me sujetó seguro y entonces me corrí soltando yo también un buen chorro de savia que lo salpicó todo.
    
    Exhaustos nos quedamos tumbados juntos, murmurándonos cositas al oído, mientras yo le acariciaba con mis ...
    ... pies. Así hasta que se le volvió a poner otra vez dura. Entonces me senté, a horcajadas encima suyo, y agarrando su polla enfilé el glande hinchado a la entrada de mi agujerito, y comencé a descender despacio.
    
    - ¡Qué caliente estás, putito! – me decía mientras yo me intentaba penetrar con movimientos lentos y profundos, mientras él me acariciaba y agarraba las nalgas, hundiendo sus dedos en mi carne, mientras comenzaba a cabalgarle con los ojos cerrados.
    
    - Así, así… Si, poco a poco… hasta el fondo… – pensé para mi adentros mientras me movía cada vez con más dedicación, ya con casi la puntita del falo dentro de mí.
    
    - ¡Espera un momento, mejor así! – me dijo, y girándome despacio me puso a cuatro patas, mirando las estrellas que poblaban el cielo infinito.
    
    Con su cara hundida en mi culo, me besó negro, lo llenó de su tibia saliva para después buscar con su enhiesta vara mi entrada. Que cuando la encontró, empujó con fuerza, haciendo ceder mi anillo, ensartándome todo aquel mástil inmenso.
    
    Taladrado por fin, asiéndome enérgicamente de la cadera, me empezó a embestir como mala bestia. Mientras él me follaba yo me masturbaba descontroladamente hasta que, al unísono, nos llegó el mismo orgasmo y entre grititos al ritmo de sus descargas nos dejamos caer lentamente en la cama lefada, todo su cuerpo encima mío, mi ano lagrimando el espeso, blancuzco semen adornado de hilillos sanguinolentos de la primera vez.
    
    Y rendidos los dos, abrazados a la luz de la luna –¡ains! – ...
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