1. Inflexion anal.


    Fecha: 04/12/2018, Categorías: Transexuales Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... me quedé a dormir esa noche, con él.
    
    Sábado por la mañana
    
    Por la mañana, me despertó temprano un cuesco suyo, y yo, sin hacer ruido, me asomé a la ventana y pude respirar. Hacía un día esplendido y no me pude resistir, cuando vi a Hugo, tumbado en la cama desnudo, con su majestuosa polla morcillona, y me hizo señas obscenas, de volver a mamársela y follar. Pero con la resaca que él y yo llevábamos, añadido a los remordimientos que volvieron a invadirme, ya no fue lo mismo.
    
    Después de desayunar lo poco que tenía en el aparador, nos duchamos por separado, por lo que aproveché para evacuar la enorme cantidad de lefa que me había inseminado, ponerme un culotte seco y limpio, negro que le había tomado prestado a mi chica y, como hacía un tiempo espectacular, salimos a pasear por un parque cercano, pero sucio de latas y botellas vacías, como cualquier otra pareja normal, a veces agarrándonos de la cintura, a veces él metiendo una mano en el bolsillo trasero de mi pantalón manchado.
    
    Me subí en un columpio pero como me escocía el culete, le propuse tomar algo en la terraza de un kiosco y así poder ir otra vez al wc. En el baño de hombres había varios tipos meando, otros esperando turno. Uno pasó muy cerca mío y medio chocando me dijo:
    
    - ¡Menudo culito! ¿Quieres entrar en una cabina conmigo y pasar un buen rato?
    
    Por supuesto me negué, pero me pilló tan desprevenido el empujón, que abalanzándome hacia una de las puertas, está se abrió, me deslicé dentro y apoyándome ...
    ... con las dos manos en el inodoro para no caerme en el suelo encharcado de pis, quedé en posición de rezo, ofreciéndole todo mi trasero en pompa a aquel individuo que no perdió un solo instante en bajarme el pantalón y la braga a la par, pajearse hasta descargar abundantemente en mis lomos y salir casi corriendo como quien no quiere la cosa.
    
    Bajo la atenta mirada y grotescas sonrisitas, alguna familiar, de los que habían sido testigos de mi violación sin hacer nada, como pude me limpié los lamparones de leche y el fino reguero que aún fluía de mi ano. Recompuse mi atuendo y con disimulo para que no se viesen los restos que adornaban la ropa, volví al lado de Hugo.
    
    Para evitar trifulcas y malos rollos, no le comenté nada de lo ocurrido, pedimos una cerveza para mi y una birra, olivas y patatas fritas para él, y conversando comentando lo acontecido esa noche entre nosotros, ya más íntimamente, en un pronto de sinceridad que no pude evitar, acabé por confesarle mi fantasía oculta, mi secreto pasatiempos de vestir de mujer.
    
    - Nada más verte, cómo te apoyabas en la barra de aquel tugurio, lo supuse y me puso muy cachondo pero, ¿y si te gusta vestir de putita, porqué sigues saliendo con ella?
    
    - Pues polque hasta hoy no sabía si lealmente me gustaban los hombres y me lo habéis… tú me lo has confilmado…
    
    - ¿Y no se lo has contado nunca a Juana, a nadie?
    
    - ¡Se llama Jana! Y no, no, nunca le he dicho nada… Aunque sabe de mis gustos en la cama, a veces me mete sus deditos… ...
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