1. Me echaron la bronca ... y algo más


    Fecha: 08/12/2018, Categorías: Anal Autor: Offelia, Fuente: CuentoRelatos

    ... iba a dar algo. Me excita horriblemente que me toquen las tetas. Escuché algún gemido por parte de mis compañeros y un sonido de chac-chac−chac. No me podía creer lo que estaba pasando. Y lo peor es que estaba muy excitada.
    
    La jefa dejó de sobarme y olfateó en el aire.
    
    —Es verdad que hueles a chumino. Un montón. ¿A vosotros no os huele?
    
    Mis compañeros gimieron.
    
    —Claro que huele. Si solo lleva una falda. Seguro que no lleva bragas.
    
    Sí que llevaba, pero las tenía pegadas al cuerpo, completamente empapadas. Entre la excitación y el calor, estaba chorreando.
    
    —Ofelia, es el momento de que nos demuestres que no nos intentas provocar, has demostrado que llevas sujetador, y ahora es justo que veamos si llevas o no bragas.
    
    Llevaba una falda larga, de verano. Me la levanté rápidamente y enseñé las bragas (esperaba que todavía fueran blancas).
    
    —No hemos podido ver nada. Súbete a la mesa para que te veamos todos.
    
    Me encaramé a la mesa y me subí la falda otra vez. Que tenía las bragas pegadas al cuerpo era algo visible. Se veía con toda claridad un redondel mojado en todo el medio. ¡Qué vergüenza! Se acercaron a mí. Como estaba de pie sobre la mesa, todos podían verme perfectamente. Cerré los ojos, con la falda levantada, en sujetador. Noté resoplidos cerca de mis bragas, me estaban olfateando, y por los chac−chac−chac se estaban pajeando. Hasta yo misma podía olerlo, era cierto, estaba muy excitada y olía muchísimo.
    
    —Joder, cómo le huele el ...
    ... chocho.
    
    —Tiene las bragas mojadas.
    
    —¿Estás cachonda, Ofelia?
    
    Abrí los ojos, sin saber qué decir. Mis compañeros se habían sacado la polla por el pantalón y se la estaban meneando delante de mí. Todos la tenían dura. La jefa tiró de mi cuerpo hacia abajo, suavemente, para que me tumbara. Eso hice. Me tumbé sobre la mesa, tambaleante, muerta de placer. La jefa me sacó las tetas por encima del sujetador, y me las sobó despacio, estirándome los pezones. Hasta ese momento, era la única que me había tocado.
    
    —Mirad qué pezones más tiesos. Qué putona es.
    
    Todos miraban cómo me sobaba ella las tetas, mientras se la machacaban con fuerza. Uno de mis compañeros, Paco, se acercó a mí y me olió las bragas tan cerca que podía sentir la punta de su nariz, se estaba haciendo una paja con las dos manos, me dio la sensación de que estaba a punto de correrse.
    
    —Qué zorra eres, joder, qué puta— murmuraba, como loco, oliéndome las bragas. Sacó la lengua y lamió el trozo que tenía empapado, me estremecí de gusto al sentir su lengua caliente a través de las bragas. Los demás se acercaron más. Comenzaron a tocarme las tetas, a lamerlas, a sobarme entera. Uno de ellos intentó meterme la mano por debajo de las bragas, pero la jefa no se lo permitió:
    
    —No os la vais a follar, no os hagáis ilusiones. A esta puta sólo hay que sobarla, por ahora.
    
    ¡Vaya con mi jefa! ¡Ni que fuera mi dueña! Pero yo estaba muy excitada y me daba igual lo que me hicieran. Paco me acercó la polla a los labios, para ...