Mi hermana - Relatos Eróticos

Mi hermana

... piel era un pequeño recordatorio del fervor con el que habíamos entregado nuestros cuerpos a las llamas del placer.

La habitación quedó en silencio, excepto por el sonido de nuestros corazones desbocados, mientras el calor residual de nuestros cuerpos aún flotaba en el aire. Sentía la humedad pegándose a mi piel, una mezcla de nuestro sudor y el aroma embriagador de nuestro placer. La temperatura del cuarto parecía aumentar, envolviéndonos en un capullo de calor, y el eco de nuestros jadeos se disipaba lentamente, como si el ambiente mismo respirara junto a nosotras, contribuyendo al peso y a la intimidad del momento. Sentía la humedad pegándose a mi piel, una mezcla de nuestro sudor y el aroma embriagador de nuestro placer. La temperatura del cuarto parecía aumentar, envolviéndonos en un capullo de calor, y el eco de nuestros jadeos se disipaba lentamente, como si el ambiente mismo respirara junto a nosotras, contribuyendo al peso y a la intimidad del momento. Me deslicé de su cuerpo con cuidado, nuestras suaves piernas aún enredadas.Una vez a su lado. La miré, y en sus ojos vi algo más que deseo: una conexión que ni la culpa ni el deseo prohibido podían romper.

“Anita...”, susurré, pasando mi mano por su cabello húmedo de sudor. Ella sonrió débilmente, aún recuperándose de la intensidad de lo que habíamos compartido. No había palabras para lo que sentíamos, pero en ese momento, no las necesitábamos. Solo estábamos nosotras, unidas por algo más profundo que el placer.