Mi hermana
Fecha: 02/12/2024,
Categorías:
Incesto
Tus Relatos
Autor: Anonimus, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... fue lo que más te calentó? ¿Fue la forma en la que papá la tomaba, cómo ella gemía bajo él?", le pregunté, mi voz suave pero incisiva, buscando desentrañar cada rincón de ese deseo oculto. Anita me miró, sus ojos velados por el deseo y la culpa, y asintió lentamente.
"Fue... fue cómo ella se veía tan entregada... cómo él la manejaba y se la culiaba sin ningún pudor...", murmuró, su voz temblando con cada palabra. Podía ver cómo sus pensamientos volvían a esa escena, cómo la imagen de papá y la empleada, sus cuerpos entrelazados, la consumía por dentro.
"¿Y qué más?", la animé, mis dedos recorriendo la línea de su clavícula, descendiendo por su pecho hasta rozar el borde de su camisa. "¿Te imaginaste en su lugar, Anita? ¿Imaginaste que era a ti a quien él estaba tomando?"
Anita cerró los ojos con fuerza, su cuerpo estremeciéndose bajo mi toque. "Sí...", susurró de nuevo, su voz casi quebrándose. "Quería ser yo... quería sentirlo...", confesó, su respiración pesada, cargada de una mezcla embriagadora de deseo y vergüenza.
Mis labios buscaron los suyos, rozándolos apenas, dejando que el calor de nuestro aliento se mezclara. "Esa es la verdad, Anita... no hay nada de qué avergonzarse", le dije, mi voz envolvente, acariciándola con cada palabra. Sentí cómo su cuerpo se relajaba poco a poco, entregándose al peso de nuestras confesiones compartidas, al calor que nos envolvía, como una ola que no podíamos contener más.
"Déjame llevarte ahí... a ese lugar donde todo se ...
... siente correcto, aunque esté mal", murmuré, dejando que mis labios rozaran su cuello, descendiendo lentamente, mientras mis manos comenzaban a desabotonar su camisa, cada botón cayendo como un secreto liberado. Anita exhaló, su pecho alzándose y cayendo, entregándose a la vorágine de emociones, al abismo que habíamos decidido explorar juntas.
"Quería que fuera él, un hombre mayor, nuestro padre que tomara mi cuerpo, que me hiciera suya sin ningún reparo", susurró Anita entrecortada, sus palabras llenas de deseo sofocado durante demasiado tiempo. Mis manos la sostenían mientras sus confesiones la desnudaban más de lo que sus ropas caídas al suelo lo hacían.
"Cuéntamelo, Anita... ¿Cómo lo imaginabas?", le pedí, mientras mis labios iban descendiendo hacia el valle de su pecho.
Anita gimió, su voz quebrada por la necesidad. "Imaginaba sus manos, grandes y ásperas, recorriendo mi piel... cómo me alzaba y me ponía sobre la mesa, igual que hizo con la empleada. Cómo me miraba, con esa intensidad... con ese deseo. Esa perversión y lujuria en su rostro.Yo quería ser esa mujer bajo su control, sentir su poder... sentir cómo me poseía", confesó, siendo cada palabra una liberación.
Mis labios rozaron los suyos en una caricia suave, y la miré, dejando que mis ojos se encontraran con los suyos. "Anita,…hermana, quiero que sepas que estás a salvo para sentir esto... que todo ese deseo que tienes dentro es bienvenido aquí, conmigo." Mi voz apenas era un susurro, pero el peso de ...