Historias del fotógrafo. ¡Qué pedazo aguantó!, la tenía como la de un burro
Fecha: 22/12/2018,
Categorías:
Poesía Erótica,
Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos
... por las tremendas lamidas.
Juegos de caricias prodigadas antes de trenzarse en un apasionado 69, imperioso y exigente, donde la princesa monta sobre el gigante Shrek. El señor cubre los labios de la vulva dentro de su boca, lame y encierra las nalgas en sus manazas, si parecen pequeñas manzanitas a punto de ser estrujadas, pero ella está delirando, sentirse apretujada es algo que la está colmando de goce auténtico, mientras tanto al otro lado del mundo erótico, ella contiene las bolsas escrotales en sus manitas mientras intenta dilatar al máximo la boca para poder entrar la cabezota del señor.
La desarmonía de tamaños contrasta con la sintonía del placer, parecen estar hechos a la medida de sus deseos, la concordancia en el placer concedido los sube al topo del indicador de la lujuria. La estridencia de jadeos se multiplica y la mujer nuevamente en trance de experimentar un par más de orgasmos bien gemidos y mejor jadeados.
Ya es tiempo que el señor vuelva a poner sus pies en la tierra, bueno en el piso, y elevar las piernas de la mujer, elevarlas hasta que los talones de la mujer quedan apoyados en el pecho del hombre. Acomoda su postura, girándose para que pueda captar el mejor ángulo cuando realice la penetración. El ok, le autoriza al avance, apoya el monstruo cíclope entre los labios, entró en ella, lento, se tragó todo sin chistar, sostuvo de las caderas, elevándoselas, para ayudar a desfondarla. Con el zoom pude captar como la concha de la flaca se engullía ...
... esa colosal poronga, increíble como con ese cuerpo frágil se tragaba semejante pedazo.
Movimientos, lentos, la expresión de Ana desafiaba toda racionalidad, encastrada esa masa de carne en sus entrañas, se notaba que el tipo tenía aguante para poder resistir sin venirse y Ana la mina resistencia física para soportarlo. Se la sacaba hasta la puertita, asomar la cabezota brillante de jugos, después se la enterraba hasta los pelos, ambos gozan olvidados de mí presencia, le grita pidiéndole más verga, más acción, más rigor en la exigente cogida.
Me quedó tan grabada la expresión de Ana durante la cogida, el placer gestual durante esa intrusión profunda, si parecía que la verga le entraba hasta la garganta por el sonido gutural que emitía la mujer en los momentos de máxima excitación. La cogida se extendió tanto que les avisé que debía cambiar el casete, como para que no acabaran sin poder registrarlos... Cargado el nuevo, les indiqué que ya estaba todo ok, y ¡acción!
Realmente tenía buen aguante, Pedro salió de ella, la giró, de bruces, almohadón bajo el vientre para que la cola ofreciera un primer plano, bien levada, abrió las cachas, un dedote enjugado en su vagina fui directo al hoyo, entró y lo giró, luego ¡dos! dedotes fueron los que entraban y giraban dentro del culito de su mujer, un remedo de cogida le estaba produciendo los primeros gemidos placenteros.
La tomó de las ingles y la elevó para mostrar a la lente, el centro del ano, limpito de vellos, se podía ...