La historia de Claudia (5)
Fecha: 26/12/2018,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... ser muy particulares.
Claudia se dio cuenta y presa de la vergüenza más profunda dirigió a Blanca una mirada suplicante de sus ojos empañados por el llanto. Pero la señora prosiguió hablándole sin inmutarse y, por el contrario, estimulada en su intención de humillar a la joven al haberse dado cuenta ella también de que el conductor la estaba escuchando y no dejaba de mirarlas por el espejo.
-Y para colmo ahora te atrevés a mirarme a la cara. –dijo fingiendo estar indignada, aunque en realidad lo que sentía era la típica excitación del dominante cuando va agobiando y oprimiendo cada vez más a su víctima.
A esa altura Claudia ya no vertía lágrimas en silencio, sino que sollozaba y, sin importarle que le estuviera prohibido, miraba a Blanca a la cara una y otra vez en procura de su imposible compasión.
Blanca, en tanto, no cabía en sí de gozo. Estaba próxima a cazar una nueva presa muy apetecible, por cierto, y para mejor, esa misma tarde iba a someter sexualmente a Claudia por primera vez, después de castigarla severamente por su mal comportamiento durante la salida. Le pondría su collar de perra y se daría el gusto de tenerla vestida de sirvienta. "Si esta mocosa no decide escaparse se me está abriendo un camino de placeres inagotables", pensó relamiéndose.
Pero Claudia no se iba a escapar. Lo había pensado, sí. Lo había pensado en la peluquería, en el negocio donde Blanca le compró el vestido de mucama y también en la veterinaria, pero no pudo hacerlo y ...
... estaba segura de que jamás lo lograría. Por el contrario, a cada nueva humillación se hacía más fuerte en ella su conciencia de sumisa y esa oscura e irresistible atracción que sentía por Blanca al punto de estar dispuesta a entregarse por completo a esa mujer y someterse a todo lo que ella le tuviera preparado en su perversidad, una perversidad cuyos límites le era imposible dimensionar. "¿Voy a convertirme en lesbiana?" -se preguntó recordando cuánto miedo le había dado esa posibilidad cuando comenzó a sentir cosas por Blanca. -"Ni siquiera eso me importa" -reconoció.
Sumida en sus pensamientos y sensaciones no supo cuánto tiempo había pasado hasta que se vio otra vez en el comedor de la casa y Blanca le dijo:
-Andá a dejar todo eso en el dormitorio y volvé desnuda, en cuatro patas y con el collar entre los dientes.
-Sí señora. –respondió sumisa.
Blanca estaba arrellanada en el sofá cuando Claudia reapareció en el comedor tal como le había sido ordenado. Cuando la tuvo enfrente, Blanca le quitó el collar de la boca, se lo colocó y le ordenó que la esperara sin moverse. Fue hasta el dormitorio y volvió enseguida con una de sus sandalias. La posición de Claudia, de espaldas a la puerta por donde había reingresado al comedor, le permitió disfrutar inmediatamente de ese culo fenomenal que se le ofrecía indefenso. Mientras Blanca se acercaba a su perra con paso deliberadamente lento, sus ojos se posaron en esas nalgas limitadas por las caderas anchas y rotundas cuya ...