1. La historia de Claudia (5)


    Fecha: 26/12/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... armoniosa curva iba desde el nacimiento de los muslos largos, llenos y de un torneado perfecto, hasta la cintura alta y estrecha.
    
    Ya junto a Claudia tomó la cadena del collar, se sentó en el sofá y dándose un golpecito en sus rodillas le indicó a la joven que tomara posición. Claudia se le echó soca abajo sobre las piernas y Blanca, después de dejar la sandalia sobre el sofá, empezó a palparle las nalgas y cuando las entreabrió un poco y le tocó la concha la encontró húmeda.
    
    "Ya está a punto", pensó, y tomando la sandalia alzó el brazo y descargó el primer azote que hizo gemir a Claudia.
    
    -Vas a contarlos uno por uno en voz alta y después dirás, "por indisciplinada", ¿entendido?
    
    -Sí, señora. –murmuró Claudia e inmediatamente Blanca descargó el segundo golpe aún más fuerte que el anterior.
    
    -¡Aaayyyyy!.... dos... por indisciplinada...
    
    -¿Por qué te estoy castigando? –preguntó la señora haciendo una pausa con la mano en alto.
    
    -Porque me porté mal durante la salida...
    
    Y la sandalia volvió a caer sobre las nalgas de Claudia.
    
    -¡¡¡Aaaaahhhhhhhhh!!!... tres, por indisciplinada...
    
    La paliza seguía, Claudia llevaba contados 30 sandaliazos y lloraba desconsoladamente mientras su culo mostraba ya un rojo intenso y la temperatura de la piel se iba elevando, cosa que Blanca comprobaba al palpar cada tanto ambos cachetes.
    
    -¿Vas a volver a portarte mal? –le pregunto con la mano en alto antes de darle el golpe número 35.
    
    No, señora... le juro que no... ...
    ... –contestó la joven ahogada por el llanto. –me voy a portar bien, se lo prome... ¡¡¡¡aaaaaaayyyyyyy!!! –gritó cuando la sandalia, hábilmente manejada por Blanca, volvió a restallar sobre su maltratado culo.
    
    A cada nuevo azote Claudia corcoveaba sobre las rodillas de Blanca en tanto que sus nalgas lucían ya un rojo escarlata y se veían algunas zonas inflamadas. La señora, ya también muy mojada, examinó con dos de sus dedos la concha de la joven y comprobó lo que ya suponía: estaba chorreando. Entonces le dijo riendo burlonamente:
    
    -Estás caliente como una perra en celo, ¿eh, mocosa? Decilo.
    
    -Por favor...
    
    -¡Decilo! –y le dio otro sandaliazo.
    
    -Estoy... estoy caliente como... como una perra en celo... –musitó Claudia.
    
    Blanca entonces dejó la sandalia en el piso, le metió dos dedos en la concha y le dijo:
    
    -Estás deseando que te coja y quiero escucharte pidiéndomelo.
    
    Claudia permaneció en silenció moviendo sus caderas de un lado al otro sobre las rodillas de Blanca, luchando entre la profunda humillación que sentía al reconocerse como una perra en celo y el intenso deseo de ser sometida por esa mujer a la que estaba entregándose en cuerpo y alma. Hasta que por fin dijo:
    
    -Quiero... quiero ser suya, señora Blanca...
    
    -No, querida, así no, eso suena demasiado fino. –dijo Blanca aumentando la dosis de crueldad mientras seguía moviendo sus dedos en la concha de Claudia. –Y vos ya no sos una chica fina. Vos sos una puta, una perra muy puta de concha hambrienta, así ...
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