El cumpleaños 30 de mi amiga - Relatos Eróticos

El cumpleaños 30 de mi amiga

Hace unos días fue el cumpleaños número 30 de una amiga muy especial. Ella es colombiana, pero vive en Estados Unidos desde hace un tiempo. Mi mamá y yo decidimos hacer el viaje para acompañarla en su día porque sinceramente, ¡no hay distancia que nos detenga cuando se trata de celebrar algo importante con alguien que queremos! 🥰✈️

Ella trabaja como publicista en una radio online, y lo curioso es que ahí le piden que mantenga una imagen muy femenina y coqueta, como parte del estilo de la emisora. Ya sabes… ese rollo medio provocador, pero elegante, con el que atrapas oyentes con solo una foto en redes o una vocecita dulce anunciando un nuevo programa. 🎙️💋📻

La fiesta fue en su jardín, todo decorado con globos rosados, cortinas brillantes y una energía que te hacía sentir como si el verano estuviera celebrándola también. Y cuando la vi… wow. Llevaba un outfit negro de dos piezas, entallado y atrevido, que le quedaba espectacular. Sexy pero con clase. Una mezcla perfecta de sensualidad y poder. 🔥

Entonces, entre pastel, risas y música, me acerqué con curiosidad y le pregunté quién le había regalado ese conjunto tan precioso. Ella se me acercó con una sonrisa traviesa, bajó un poco la voz —como quien te cuenta un secreto de esos que no se deben repetir— y me dice:

"Me lo regaló mi suegro... antes del cumple. Me lo dio en una bolsita discreta y me dijo que le encantaría verme así ese día. Que me lo imaginaba desde que lo vio en la tienda. Así que... lo usé."

Yo ...

... me quedé con cara de: ¿¡Quéee!? 👀
Pero ella solo se rio, se mordió el labio como quien sabe lo que provoca, y se fue a tomarse fotos con los globos del número 30.

Te juro que desde ese momento, cada vez que alguien decía que se veía divina, no podía dejar de pensar en el suegro, en su regalo anticipado y en lo mucho que él debió disfrutar verla así vestida… 🤭🎁✨

Ya más tarde en la fiesta, cuando los demás estaban distraídos entre pastel y música, y mi mamá se puso a platicar con otras señoras en el jardín, aproveché para quedarme a solas con ella. Nos sentamos en una esquinita, lejos del bullicio, y con una copita en mano le dije, sin rodeos, casi susurrando:

—Oye… ¿y qué onda con lo del outfit? Me dejaste con la duda. ¿Tu suegro te lo regaló? —le levanté una ceja, entre divertida y escandalizada.

Ella soltó una risita bajita, de esas que delatan todo sin decir nada, y se acomodó en la silla, cruzando las piernas despacito.

—Ay… sí —dijo, mirándome con esa carita de “no tengo la culpa de gustarle”—. Lo compró unos días antes de mi cumple. Me dijo que lo vio en una tienda mientras paseaba solo y pensó inmediatamente en mí. Que la tela, el corte, los escotes… que todo era como hecho para mi cuerpo.

—¡¿Y tú te lo pusiste así nomás?! —le pregunté, ya toda metida en el chisme.

—Obvio —dijo entre risas—. Me conoce. Sabe que si algo me queda bien y me hace sentir sexy, yo me lo pongo sin pensarlo. Y este conjunto… pff, ¡me hizo sentir poderosa!

La miré de ...