1. El cumpleaños 30 de mi amiga


    Fecha: 24/07/2025, Categorías: Confesiones Tus Relatos Autor: Karen Hernández, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... copas medio vacías, pero las miradas, llenas de secretos. Yo solo sonreí y me incliné un poco más hacia ella, con los codos sobre la mesa y las piernas cruzadas de forma deliberada, rozando las suyas.
    
    —Bueno… ya que andamos sincerándonos, creo que es hora de contarte algunas cositas —le dije, bajando la voz, como quien empieza a revelar una historia sabrosa.
    
    —¿Tú también tienes un “admirador” con buen gusto? —me preguntó, mordiéndose el labio.
    
    —Digamos que… mi mamá y yo tenemos varios. A veces parece que nos hicieran casting para una boutique secreta de lencería. Nos han llegado regalitos desde ropa interior de encaje súper fina hasta conjuntos para estar en casa que, bueno… no se usan precisamente para descansar.
    
    Ella abrió los ojos, emocionada.
    
    —¿Tu mamá también? ¡Eso me encanta! Cuéntamelo todo —me dijo, acercándose más.
    
    —Una vez —le empecé a contar—, a mí me regalaron un body negro de encaje que tenía unas aberturas laterales y una espalda descubierta que terminaba en una cadenita dorada justo arriba de… bueno, ya te imaginas dónde. Era tan ajustado que parecía pintado sobre mí. Y lo mejor es que venía con unas medias con liguero, todo en una cajita negra con papel de seda rojo. Apenas lo abrí, me sentí como en una película erótica francesa.
    
    —Uffff… eso suena divino —me dijo con ojos brillantes—. ¿Y te lo pusiste?
    
    —Claro. Una noche, sin avisar. Me puse solo eso y una bata de satén. Fui hasta la cocina por un vino… solo para sentir el roce del ...
    ... encaje mientras caminaba. Te juro, era como tener la piel en fuego.
    
    Ella se rio y suspiró:
    
    —Eso sí es saber disfrutar.
    
    —Y espérate —continué—. Mi mamá tiene un admirador de años que siempre le regala cosas que parecen hechas a medida. Le compró un conjunto de dos piezas: una faldita ajustada, roja, que apenas cubre, y una blusa transparente con botones de perla. Se la puso una noche para cenar en casa… y el ambiente se volvió tenso de una manera deliciosa. Hasta yo sentí que me tenía que cambiar… o quitar algo.
    
    Ambas nos reímos, ya con esa complicidad picante, como si estuviéramos haciendo travesuras con solo hablar.
    
    —Oye, ¿y nunca han compartido ropa tú y tu mamá? —me preguntó, curiosa.
    
    —Pues… alguna vez sí. Pero más como un juego. Una vez nos regalaron un par de baby dolls iguales, en colores distintos. El mío era azul celeste, el de ella lavanda. Finitos, con encaje en los bordes, espalda abierta… y unas pantuflitas a juego. ¡Un show completo! Esa noche nos tomamos fotos solo por diversión, pero cuando las vi… casi no reconocía quién era quién. Las dos parecíamos modelos de revista picante.
    
    —Me encantaría ver esas fotos —me dijo, entre risas y mordida al borde de su copa.
    
    —Quizá un día… si te portas bien —le dije, guiñándole un ojo.
    
    —A veces me dan ganas de probar esa experiencia con mi mamá también. No sé si atreverme, pero me encanta lo que cuentas. Tienen como… esa vibra de mujeres libres, femeninas, pero con el poder de seducir sin pedir ...
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