1. El cumpleaños 30 de mi amiga


    Fecha: 24/07/2025, Categorías: Confesiones Tus Relatos Autor: Karen Hernández, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... —dije entre risas, echando la cabeza hacia atrás—, eso no fue un regalo… eso fue una invitación descarada. ¿Y tú te lo pusiste?
    
    Ella me miró de lado, con esa sonrisita peligrosa que solo una mujer segura de sí misma puede soltar.
    
    —Claro. Un día que estaba sola en casa, me lo puse y me quedé todo el día así… con una bata encima. Solo yo sabía lo que llevaba puesto. Me sentía tan sexy, tan deseada… sin que nadie me tocara. Es como un poder, ¿sabes? Saber que alguien te imagina así y tú decidir cuándo mostrarlo… o no.
    
    —Totalmente —le dije, cruzando las piernas con un poco más de intención—. A mí me pasa algo parecido. A veces también me regalan ropita así… muy de vez en cuando. Coquetita. Sexy. A mí… y a mi mamá también —dije, bajando la voz y mirándola a los ojos con complicidad.
    
    —¿¡A tu mamá también!? —me dijo, divertida y sorprendida, pero con ese brillo en los ojos de quien quiere saber más.
    
    —Ajá —respondí, juguetona—. Somos de las que apreciamos un buen regalito… especialmente si tiene encaje, transparencias o esas telitas que se sienten frías al principio, pero calientan rápido. 😏
    
    Nos echamos a reír las dos como niñas mal portadas.
    
    Después, hice una pequeña pausa… y con un tonito curioso pero nada escandalizado, le solté:
    
    —¿Y tu esposo sabe de todo esto? Digo… ¿sabe que su papá tiene ese… detalle contigo?
    
    Ella me miró, tomó aire lentamente y se quedó unos segundos pensándolo.
    
    —No, no lo sabe —me respondió finalmente—. Y no porque esté ...
    ... ocultando algo malo, sino porque él nunca se ha dado cuenta. Es más inocente en esas cosas. A veces ve que me llegan regalitos y solo dice: “Seguro alguna marca quiere que los promociones.” Y yo… bueno, dejo que crea eso.
    
    —Ahhh… —dije yo, riendo bajito—. Entonces tú juegas en modo modelo misteriosa.
    
    —Exacto —me dijo, guiñándome un ojo—. Y mientras tanto, su papá me manda mensajitos de “te imagino espectacular con esto…” o “vi esto y pensé en ti de inmediato.”
    
    —Oye, pero… —me acerqué aún más, casi pegando mi hombro al de ella—, no es por nada, pero… ¡qué suerte la tuya! Te miman como a una diosa. Te visten, te desean, te admiran…
    
    —¿Y tú crees que eso es suerte? —me dijo, mirándome fijo—. Eso es actitud. Saber mirar, saber callar… y saber cuándo decir que sí.
    
    Nos quedamos mirándonos en silencio, como compartiendo un secreto invisible. Después, ella sonrió y añadió:
    
    —Si quieres, un día te muestro el conjunto. Lo tengo guardado en una bolsita de satén… ¡y no sabes cómo se ve con las luces tenues de mi habitación!
    
    —No sé si quiero verlo o probármelo —le dije, mordiendo mi labio.
    
    Ambas reímos como niñas traviesas, brindamos de nuevo y dejamos que la noche siguiera fluyendo, como si el jardín entero estuviera envuelto en encaje, susurros… y secretos que solo nosotras entendíamos. 🌙💋🍷
    
    Después de que ella me contara todo lo del conjunto rojo —con esa forma suya tan dulce y atrevida a la vez—, hubo un momento de silencio cargado de electricidad. Teníamos las ...
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