1. El cumpleaños 30 de mi amiga


    Fecha: 24/07/2025, Categorías: Confesiones Tus Relatos Autor: Karen Hernández, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... permiso.
    
    —Es que nos gusta jugar con eso —le confesé—. Que nos regalen, que nos miren, que nos imaginen. La ropa sexy no es solo para los demás… es para una misma. Nosotras sabemos lo que provocamos, y eso es delicioso.
    
    —Totalmente de acuerdo —dijo, sonriendo como si acabara de encontrar a su alma gemela del deseo y la coquetería—. Y ahora entiendo por qué me siento tan a gusto contigo. Me encanta cómo hablas de eso, sin pena, con sabor.
    
    —¿Y qué tiene? Si una se siente rica, ¿por qué no decirlo?
    
    —¡Salud por eso! —dijo, y chocamos nuestras copas otra vez.
    
    Nos quedamos hablando aún más. De tanguitas de seda, de fajas que parecen corsets, de tops de encaje sin copa, de transparencias que apenas cubren los pezones… hasta de perfumes que huelen a deseo. Y con cada anécdota, nos reíamos, nos tocábamos el brazo suavemente, nos mirábamos como si estuviéramos desnudando no solo el cuerpo, sino la mente.
    
    La noche ya no era solo una fiesta de cumpleaños. Era un pequeño ritual entre dos mujeres que saben disfrutar su feminidad, que no tienen miedo a contarse lo que otras solo se atreven a imaginar.
    
    La fiesta seguía al fondo, con música suave y risas esparcidas por el jardín, pero nosotras ya estábamos en otro mundo. Uno hecho de miradas cómplices, confesiones peligrosas y copas que se vaciaban lentamente, como nuestras reservas de prudencia.
    
    Ella me había contado lo del conjunto rojo, de los regalitos, de cómo su suegro la imaginaba… Y yo, con ese calorcito en ...
    ... el pecho que da el vino mezclado con una buena charla, me sentí en confianza. Muy en confianza. Tanto, que me incliné un poco más hacia ella, bajé el tono de mi voz y, con una sonrisa traviesa pero también con cierta seriedad en los ojos, le dije:
    
    —Oye… ahora te voy a contar algo que no le digo a cualquiera. Solo te lo digo porque sé que me entiendes… porque tú también has vivido algo parecido, aunque nadie lo diría a simple vista.
    
    Ella se enderezó un poco, cruzando las piernas, mirándome con atención. Su sonrisa seguía ahí, pero ahora había algo más en su mirada. Curiosidad… y cierta excitación contenida.
    
    —A ver… suéltalo. No me dejes con la intriga.
    
    Tomé aire, jugué un poco con el borde de mi copa, y finalmente solté:
    
    —Mi tío… hace lo mismo.
    
    —¿Cómo que… lo mismo? —preguntó, ladeando la cabeza, pero ya sabiendo perfectamente a qué me refería.
    
    —Sí —dije, con un suspiro entre divertida y resignada—. Nos regala ropa a mi mamá y a mí. No de forma descarada, pero sí muy pensada. Siempre con ese toque sensual, provocador. Ropita íntima, vestidos ajustados, conjuntos que sabes que no cualquiera te regala sin pensar en cómo te verías con ellos puestos… o sin ellos.
    
    Ella se quedó en silencio unos segundos. No sorprendida, sino… fascinada.
    
    —¿Y desde cuándo?
    
    —Conmigo desde la prepa —confesé—. Todo empezó cuando una vez me acompañó a comprar ropa para una presentación en la escuela. Me llevó a una tienda donde, en lugar de ropa formal, me señaló un vestido ...
«12...456...15»