El ascenso de mi amiga: Le encanta serle infiel a su esposo y se vuelve la putita de su jefe - Relatos Eróticos

El ascenso de mi amiga: Le encanta serle infiel a su esposo y se vuelve la putita de su jefe

... encima. Profesional, pero divina.”

—“Ay amiga, tú no tienes piedad. Me imagino la cara de tu esposo.”

—“¡Te juro que se le notaba el orgullo! Me miraba como diciendo: ‘Sí, es toda mía’. Y justo cuando estamos charlando en recepción… aparece mi jefe. Alto, traje gris claro, sin corbata, con ese aire relajado pero dominante. Se saludan, obvio con esa energía tensa de hombres midiéndose, ya sabes…”

—“¡Uff sí, ese silencio que dice ‘sé quién eres, pero no me intimidas’!”

—“Exacto. Y ahí, como si nada, mi jefe suelta: ‘Hay temas del ascenso que todavía debemos hablar... en privado. ¿Te parece si coordinamos una cena para resolverlo?’.”

—“¡Frente a tu esposo!”

—“Frente a mi esposo.” —repitió ella como si me clavara una daga deliciosa.

—“Y tú, ¿qué hiciste?”

—“Me giré hacia él, le sonreí al jefe, y le dije: ‘Claro, dígame el día y la hora’.”

Yo me tapé la boca, ¡no podía con tanto fuego! 🔥🔥🔥

—“¡Amiga! ¿Y tu esposo no dijo nada? ¿No se puso celoso, incómodo?”

—“No, reina. Solo sonrió suavecito, como si no pasara nada. Me besó la mejilla y se fue. Pero yo sé que por dentro lo estaba procesando. Él confía en mí, sabe que sé moverme en ese mundo… y también sabe que no soy fácil de leer. A veces creo que eso lo vuelve loco.”

—“Ay nena… tú juegas con fuego con tacones puestos.”

—“Y me encanta.”

Suspiramos al mismo tiempo. Las dos sabíamos que esa historia tenía muchos capítulos más por venir.

Y yo, mientras caminaba de regreso a casa, solo ...

... pensaba en lo poderosa que es mi amiga. Una mujer que sabe lo que quiere, cómo lograrlo… y cómo dejar a todos, hombres y mujeres, con la boca abierta. 💄💼💋

Unos días después y luego de todo lo que ya me había contado del ascenso y el momento entre ella, su esposo y el jefe, ella me vuelve a llamar. Yo justo estaba viendo qué serie poner, pero cuando vi su nombre en la pantalla de mi celular, ya sabía que venía algo jugoso.

—“¿Qué hiciste ahora, mujer?” —le dije entre risas apenas contesté.

Y ella, con voz bajita pero tentadora, soltó:

—“Bebé… el jefe me regaló un vestido.”

Yo pegué un grito.

—“¡¿QUÉ?! ¿Cuándo, cómo, dónde? ¡Dímelo ya!”

Ella soltó esa risa suya, entre nerviosa y traviesa.

—“Hoy por la mañana. Llegué a la oficina con un look tranquilito: jeans ajustados, una blusa negra metida por dentro y blazer beige. No iba provocativa, más bien profesional… pero ya sabes que hasta así me veo provocativa sin querer.”

—“¡Obvio! Es tu aura, mami.”

—“Pues en cuanto entré, me mandó llamar. Me tenía una cajita mediana, envuelta con papel dorado y un lazo negro. Me dijo con esa voz suya que ya sabes cómo me pone: ‘Es un pequeño detalle… pero ábrelo en tu casa, ¿sí?’.”

Yo ya estaba al borde del escándalo.

—“¡NOOO! ¿Y esperaste hasta llegar a casa? Porque yo lo habría abierto en el elevador.”

Ella rió.

—“Lo pensé, pero me aguanté. Quería saborearlo. Así que cuando llegué, me quité los tacones, me solté el cabello y abrí la caja con calma. Y ...