1. El ascenso de mi amiga: Le encanta serle infiel a su esposo y se vuelve la putita de su jefe


    Fecha: 31/07/2025, Categorías: Confesiones Tus Relatos Autor: Karen Hernández, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... cuando lo vi… uff, nena, me quedé sin palabras.”
    
    Yo estaba muda.
    
    —“¿Qué era? ¿Cómo era el vestido?”
    
    Entonces me lo describió, como solo una amiga sexy sabe hacerlo:
    
    > “Es el que te mandé en la foto. Es un vestido completamente negro, de tela elástica tipo licra con tacto suave, que se ajusta al cuerpo como si lo hubieran cosido encima. Tiene manga larga, un diseño ceñido al cuello pero con un fruncido sutil justo en el centro del busto que hace que el escote no sea profundo pero sí sugestivo, dejando ver el volumen con elegancia. Es corto, a la altura del muslo, pero no vulgar. Acompaña cada curva con descaro. Es de esos que no permiten usar ropa interior gruesa. Y al ponérmelo… nena, me vi divina. Una mezcla entre elegante, salvaje y peligrosa. Como un regalo que se abre con cuidado.”
    
    Yo ya no sabía si gritar o ponerme hielo en la nuca.
    
    —“¿Y qué hiciste? ¿Le dijiste algo al día siguiente?”
    
    —“Obvio. Hoy fui directo a su oficina. Llevaba un pantalón blanco ajustado, una camisa negra con transparencias en los brazos, y el cabello amarrado en una coleta alta. Entré y cerré la puerta. Me acerqué al escritorio y le dije: ‘¿Por qué me regaló semejante vestido?’.”
    
    —“¡UFFF!”
    
    —“Él me miró con esa calma suya, se levantó de su silla, se acercó despacio, sin romper la distancia pero marcando presencia… y me dijo: ‘Porque quiero verte con ese vestido… el día de la cena. Nada más.’”
    
    Yo ya tenía los ojos como platos.
    
    —“¿Y tú qué hiciste?”
    
    —“Nada. Lo miré ...
    ... fijo, me mordí el labio, y le dije: ‘Entonces será el vestido perfecto’.”
    
    Las dos soltamos la carcajada más traviesa del universo.
    
    —“Ay mami, te lo juro… tú estás viviendo una novela y yo estoy aquí sentada como audiencia VIP.”
    
    Y ahí fue cuando ella se puso un poquito más seria. Su tono seguía coqueto, pero más profundo.
    
    —“¿Sabes? Yo sé lo que estás pensando. Y sí… mi esposo sabe que el jefe me invitó a una cena para hablar del trabajo. Pero no sabe del vestido. Aunque tampoco siento que estoy haciendo algo malo. Yo no estoy coqueteando por detrás ni jugando sucio. Estoy aceptando mi realidad: soy una mujer deseada, admirada… y poderosa.”
    
    —“Te entiendo tanto, nena. Tú no estás mintiendo, ni traicionando. Solo estás dejando que la vida te ponga donde mereces. Y si eso incluye una cena, un vestido y un jefe que no puede con tus curvas… pues que así sea.”
    
    —“Exacto. Y él —mi esposo— no dice nada, pero me cuida. Siempre sabe cuándo llego, me espera despierto, me deja notitas dulces. No es posesivo, pero está presente. Como si supiera que su reina puede pasearse por el infierno… y volver sin quemarse.”
    
    Yo suspiré.
    
    —“Qué fuerte lo tuyo, bebé. Me inspiras tanto… de verdad. Tú no solo luces increíble, tú mandas.”
    
    Ella rió bajito.
    
    —“Y lo mejor es que esto… apenas comienza.”
    
    Obviamente, ella tenía sentimientos encontrados, porque sí… su jefe ha sido siempre muy profesional, pero últimamente ha tenido esos gestos que te hacen preguntarte si hay algo más. ...