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Mi encuentro con el oficial #1
Fecha: 11/08/2025, Categorías: Confesiones Tus Relatos Autor: Karen Hernández, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
Iba manejando como siempre, con la música a buen volumen y mis lentes oscuros puestos, justo como me gusta. Ese día llevaba una blusa entallada que se abría apenas un poco en el escote —lo suficiente para dejar volar la imaginación— y unos jeans ajustados que marcaban cada curva de mi cintura y cadera. Me sentía guapa, segura, y con ese toque travieso que a veces me sale sin querer… o quizás queriendo 😏. Todo iba normal hasta que noté, por el espejo retrovisor, que una patrulla se me venía acercando. Al principio no le di importancia… hasta que se emparejó a mi lado. Volteé, curiosa… y ahí estaba él. Uniforme bien puesto, lentes oscuros, mandíbula marcada y esa postura tan segura que solo alguien con autoridad puede tener. Era alto, moreno, con los brazos fuertes descansando sobre el volante. ¡Dios! Solo con esa mirada ya me había puesto nerviosa… pero no del tipo de nervios que incomodan, sino de esos que te hacen morderte el labio. Me hizo una seña con la mano para que bajara la ventanilla. Obedecí, y antes de que pudiera decir algo, él habló con una voz ronca y segura: —Buenas noches, señorita. ¿Todo bien? Tragué saliva. Me acomodé un mechón de cabello detrás de la oreja y sonreí de lado. —Todo perfecto, oficial… ¿Pasa algo? Él me escaneó con la mirada, no descaradamente, pero sí con esa atención que me hizo sentirme deseada. Sus ojos bajaron sutilmente desde mis lentes hasta mis labios, luego mi cuello… y luego regresaron a mis ojos. Fue un ...
... segundo, pero sentí que me desnudaba el alma… o algo más. —Vi que tu coche coincidía con la descripción de un vehículo sospechoso… pero ya veo que no hay nada sospechoso aquí —dijo con una leve sonrisa. Yo jugueteé con el borde de mi blusa, como distraída. —¿Segura que no sospecha nada, oficial? —pregunté, fingiendo inocencia. Él se quedó en silencio unos segundos, como evaluándome. Luego bajó un poco sus lentes oscuros para verme directamente, y juro que me recorrió un escalofrío riquísimo por la espalda. —Bueno… ahora que lo mencionas… su forma de manejar tan coqueta sí podría levantar sospechas —dijo con tono juguetón. Me eché a reír, mordiéndome el labio con picardía. —Pues me declaro culpable —le respondí—. ¿Me va a multar… o prefiere interrogarme? Él soltó una leve risa y negó con la cabeza. Luego se inclinó apenas hacia su ventana, acercándose un poco más. —¿Nombre? —preguntó. —¿Y si se lo digo en privado? —respondí bajito, con una sonrisa traviesa. Hubo un silencio cargado de tensión. De esa buena. De la que hace que el ambiente se espese, se caliente. Su mirada se clavó en la mía. El aire parecía más denso, más eléctrico. Ninguno decía nada, pero todo se estaba diciendo. —Voy a confiar en usted, señorita —me dijo al fin, con esa voz grave que me derretía—. Pero si la vuelvo a ver conduciendo tan provocativamente… voy a tener que detenerla y hacerle una inspección más… completa. Mi corazón latía a mil. Solo atiné a responderle con una ...