Ahora somos amantes
Fecha: 03/01/2019,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Dulce Fuego, Fuente: CuentoRelatos
Acabo de terminar mi turno de guardia en la clínica, y el doctor más guapo de aquí me sigue fascinando. Seducirlo me tomó más tiempo del que pensé, porque el tipo tenía una férrea voluntad de serle fiel a su esposa, pero finalmente sucumbió y hace poco que hasta nos escapamos para pasar un fin de semana fuera de la cuidad, en donde pude tenerlo para mi solita; aunque hasta eso me resultó difícil, ya irás sabiendo por qué, mi amor.
Te platiqué de la vez que me encerré con él en el baño de médicos, una madrugada mientras cubríamos la guardia que a mí como enfermera me corresponde hacer dos veces por semana, y al doctor H. una vez en el mismo periodo. Esa noche pude disfrutar de su miembro haciéndole una mamada que terminó siendo una lluvia dorada, cuando H. me obligó a recibir su orina en mi cara. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que un hombre orinara sobre mí, cuando, en una fiesta con amigos de mi universidad, terminé tan borracha que le permití a dos chicos que descubrieran el gozo de empaparme vaciando el contenido de sus vejigas en mi cara. Yo aprendí a disfrutar de eso, gracias a mi profesor de química de la prepa, que como sabes, me trataba como su esclava y me introdujo en varias prácticas sexuales poco convencionales, enseñándome así las delicias del lado oscuro de mi sexualidad.
Luego de esa noche en la clínica, el doctor H. habló conmigo y me dijo que se sentía muy mal por su esposa, que la amaba y que pensaba que le estaba haciendo mucho daño al ...
... permitirse hacer cosas sexuales conmigo. Lo compadecí en ese momento, pero también le dije que no mezclara sus sentimientos con la atracción que pudiera sentir hacia mí -Son dos cosas muy diferentes, y cuando puedas por fin separarlas, verás qué feliz puedes ser. Ah, y no creas que te vas a librar de mi lloriqueando porque tienes miedo de serle infiel a tu esposa, que lo sepas de una vez, me encantas y terminaremos cogiendo tarde o temprano-.
Al día siguiente, mientras estaba en mi casa a punto de ir a trabajar a la clínica, recibí un mensaje de H. "Oye, Dulce, si tienes libre el fin de semana me encantaría que me acompañaras a Cuernavaca, ya renté una casa para que pasemos un par de días juntos, espero tu respuesta". No pude evitar sonreír y hacerlo sufrir un poco, porque no le contesté el mensaje, de hecho, la respuesta se la di personalmente cuando entré a su consultorio y luego de entregarle unos documentos agregué -Ah, y ya sabes que la respuesta es sí ¿pasas por mí a mi casa o dónde te veo?-. El doctor H. sabía dónde vivía porque una noche, cuando él recién entró a trabajar a la clínica, pasó a dejarme a mi departamento luego de que fuéramos a un bar con algunos compañeros más.
Aquella vez del bar, fue idea de la jefa de enfermeras, una divorciada muy alegre, quien organizó a las chicas, a algunos médicos y un par de internos para ir a beber al centro de la ciudad. En el lugar pusieron música para bailar, así que uno de los internos, un chavito bastante guapo, me ...