Sentidos Inflamados
Fecha: 05/01/2019,
Categorías:
Transexuales
Autor: Any Lorac, Fuente: CuentoRelatos
Supe que los hombres adultos no eran en mi vida una simple fantasía sexual cuando los jóvenes de mi edad no lograban satisfacerme plenamente en mis deseos carnales. Los septuagenarios tenían la experiencia de toda una vida, pero casi siempre terminaban comportándose como adolescentes ávidos de sexo y con perversiones muchas veces morbosas. Y era justamente esa mezcla de inocencia y perversión que me atraía cada vez más.
Yo debía ir a Buenos Aires por unos trámites de urgencia que tenía que realizar para mis papeles en España y allí vivía mi amiga Carla. A ella la conocía desde mi infancia donde juntas habíamos hecho la escuela primaria y secundaria, juntas habíamos pasado vacaciones en la quinta de sus padres y juntas habíamos exprimido nuestras primeras lágrimas de amores adolescentes. Con el tiempo la vida nos separó, nos llevó por caminos diferentes, pero siempre continuamos nuestra amistad y nuestro contacto, por eso cuando fui a Buenos Aires decidí alojarme en su casa y, al llegar, me encontré con sus padres que también estaban pasando una semana de vacaciones. Mi alegría fue doble porque hacía mucho tiempo que no los veía y por quienes yo sentía una gran afección.
Durante el día nos reímos de todo y de nada, Carla me contó la historia de su trabajo y de su amor repetido, y yo les narré mi noviazgo y las anécdotas que se me presentaban en Europa con una mentalidad diferente que causaba la gracia a todos mis nuevos amigos. Después de cenar nos pusimos a ver fotos ...
... que yo había llevado de mi estadía en España y el padre de Carla se sorprendió cuando vio a mi novio, de quien yo ya había hablado mucho.
- ¡Es un hombre grande!... –dijo sorprendido.
- Sí, creo que tiene un par de años menos que usted –respondí un poco ruborizada- es 25 años mayor que yo –agregué como para dejar las cosas claras sin que entraran hacerme tantas preguntas suplementarias; solo Carla que conocía mis gusto por los hombres maduros comentó.
- A Any siempre le atrajeron los viejos. Me acuerdo cuando estaba enamorada del profesor de matemáticas, era un viejo peinado a la gomina, con una panza enorme y anteojos caídos sobre la nariz. Nosotros le teníamos pánico y la única que lo defendía era ella.
Carla conocía mis gustos por los hombres mayores y sabía la diferencia de edad que tenía con mi novio y se reía de eso. Pero en el padre de ella algo pasó por su pensamiento y se exprimió en sus ojos. Yo tuve temor de que lo tomara a mal, por eso le sonreí con la mejor de mis sonrisas y hasta, en un momento que crucé detrás suyo, puse mis manos en sus hombros y le di un beso tierno sobre la nuca, como para tranquilizarlo. El sacudió la cabeza de un lado para el otro sin decir nada.
Antes de acostarnos, decidimos levantar la vajilla que quedaban sobre la mesa y me fui a la cocina para lavar los platos que habíamos utilizados. Yo estaba frente a la pileta, un poco separada para no mojarme con el agua cuando entró el padre de Carla con los pocillos de café ya ...