Sentidos Inflamados
Fecha: 05/01/2019,
Categorías:
Transexuales
Autor: Any Lorac, Fuente: CuentoRelatos
... prolongar el tiempo de ese beso inocente. Mis ojos estaban justo a la altura de su bragueta y yo observé libremente ese bulto que le se le había formado debajo del piyama, mientras sentía la tibieza de sus labios sobre mi frente. Más observaba ese bulto y más me atraía, todo mi cuerpo se ponía en alerta y mis sentidos se inflamaban cada vez más, mi cuerpo ya estaba invadido por el deseo de ser poseída.
Yo apoyé mis dos manos contra sus caderas y así nos quedamos un instante, mi rostro a la altura de su falo en erección porque él ya no trataba de ocultarlo y tampoco podía evitarlo. Pero devorar su sexo con mis ojos no me bastaba y mis glándulas salivares estaban sedientas de esperma; entonces desplacé mi mano hasta su bragueta para acariciarlo por encima del piyama. Su respiración se agitó de golpe y le desanudé el cordón que sostenía su pantalón que cayó entre sus piernas. Él no tenía slip y su sexo quedó frente mío erguido como el hasta de un mástil; y lo tomé entre mi mano. El padre de mi amiga Carla era un hombre delgado, alto y elegante y tenía un pene blanco, fino, largo y bien hinchado. Yo tenía clasificada las vergas de mis amantes en cuatro categorías: la primera, era el pene fino, largo, rosado y con un par de venas que se estiraba a su piel a lo largo hasta llegar al glande en forma de corazón y que correspondían a los hombres delgados. La segunda, eran las vergas medianas, tirando a color marrón, venosas y con una cabeza como hongo florecido y mucho líquido pre ...
... seminal, que correspondían a los hombres de no mucha estatura física. Las terceras vergas eran cortas y gruesas, arrugadas como el cogote de las tortugas, venosas como tejido de arañas y que terminaban en un glande redondo como la bola de los chupetines cubiertas por su prepucio, esas correspondían a los hombres petisos y bien alimentados; y la cuarta categoría, eran los otros sexos, esos que no se podían clasificar ni describir por lo anormal, eran sexos desmedidos, deformados y animales, como la de mi abuelo. Sobre gusto no hay nada escrito, pero yo tenía preferencia por los sexos gruesos, esos que cuando van entrando en mis cavidades intimas lo van haciendo a fuerza, abriéndose paso con sus venas violáceas y ayudándose del prepucio que se desplaza totalmente hacia atrás mientras van rompiendo los tejidos que se resisten, produciendo una mezcla de dolor y de placer. Pero, tenía que adaptarme a lo que encontraba, tratando de extraerle todo el gozo posible que pudiera tener el pene. Era ninfómana y lo asumía.
El sexo del padre de mi amiga pertenecía a la primera categoría y comencé lentamente a masturbarlo de arriba hacia abajo, mientras con mi otra mano le acariciaba sus grandes testículos. Luego lo metí en mi boca porque quería sentir la piel tibia y dulce de su glande sobre mi lengua. Esa glande golpeaba mi laringe en el fondo de mi garganta y me cortaba la respiración, lo que me excitaba aún más. Me gusta tanto el sexo del hombre que hasta podía tener orgasmos con solo ...