1. Dos policías venezola


    Fecha: 12/01/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... exhibicionista. El gimnasio era caro para los niveles económicos locales, por lo que esos hombres debían de ser de clases acomodadas. Temía que si miraba contemplando descaradamente sus órganos, podía encontrarse con problemas, ante una réplica en forma de reproche a gritos de alguien que fingiera sentirse ofendido o se ofendiera de verdad. Nunca permitió que sus ojos se soldaran con claridad a tales atributos, por lo que las miradas esquinadas no le pudieron confirmar si las exageradas dimensiones eran naturales y no producto de reiterados, de3liberados y lúbricos tocamientos durante el enjabonado.
    
    Usualmente, la mayoría de ellos se enjabonaban muy insistentemente la entrepierna y el culo. Aparentaban naturalidad e indiferencia, pero Leo creía que había verdadero recreo y presunción en sus tocamientos.
    
    Con remordimiento, reconocía que no le gustaba el país y nunca podría mencionarlo con agrado cuando volviera a España.
    
    Cuando se veía obligado a realizar viajes en coche, tropezaba con frecuencia con una de las muchas salvedades de Venezuela: encontraba puntos de control como si fueran de frontera, pero en cualquier lugar, sin que pudiera sospecharse la proximidad de cualquier línea divisoria territorial. A esos puestos de control los llamaba alcabalas, un nombre muy antiguo castellano.
    
    Fue mandado parar en una alcabala un día que viajaba con prisas hacia Puerto La Cruz. Conducía un coche algo ostentoso para la situación del país, un malibú deportivo de Chevrolet. ...
    ... El que le hizo la señal de que parara era un joven de no más de veintisiete años; también le indicó que saliera del coche.
    
    La empresa y los compañeros que antes habían tenido el mismo destino provisional que ahora Leo tenía, le habían advertido contra el trato de los policías. Asombrosamente, aseguraban que muchos de los agentes eran analfabetos funcionales y les pagaban tan mal, que aprovechaban todas las ocasiones de ser “untados”. En una oportunidad, conduciendo por Caracas, paró ante un semáforo en rojo, pero al frenar quedó unos centímetros por encima de la línea que marcaba el paso de peatones. Se le acercó un policía y en vez de saludar ni pedirle aún los documentos, dijo:
    
    -Ciudadano, ha cometido usted la infracción de pisar la línea continua de paso. ¿Es consciente usted de que puedo detenerlo y podría pasarse hasta setenta y dos horas en el puesto policial?
    
    La empresa ya le había advertido de lo que tenía que hacer en esos casos, pero él era español, donde había que tomarse a los policías en serio. Debía preparar los documentos, metiendo entre ellos un billete de cincuenta bolívares, y así lo hizo. Con el corazón alborotado por el miedo y mano temblorosa, entregó los documentos cuando el policía se los pidió. Este sonrió al encontrar el billete, asintió y le permitió continuar sin más, pero Leo tardó horas en recuperarse. .
    
    Ahora, mientras bajaba del coche en la alcabala, se preguntaba cómo realizar disimuladamente un soborno semejante de pie y a la vista ...
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