1. Dos policías venezola


    Fecha: 12/01/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... ademanes que les bastaba. Por sentirse cansado, Leo escupió el pene de Mario: Al instante, Rodrigo cesó.
    
    -Pavo –dijo Rodrigo-, deja que te besemos. En este momento, eres la persona que más amamos en el mundo. Ven, ponte aquí.
    
    Recostado de nuevo sobre el cabecero, Rodrigo señaló su pecho. Leo obedeció, pero con ganas de dormir. De inmediato, Mario se recostó también, pegado a él. Ambos hermanos condujeron sus manos para que Leo tomara simultáneamente sus penes, empezaron a gemir y a exclamar frases apasionadas, y se pusieron a besarlo al mismo tiempo. Entre los muchos descubrimientos de esa noche, Leo no había imaginado que tres personas se pudieran besar simultáneamente en los labios de esa manera tan apasionada, y sin parar de gemir.
    
    Trató de calcular las medidas y las diferencias de cada órgano. Extrañamente, sentía mucha vergüenza y por ellos no se atrevió a mover las manos para conseguir calcular longitudes y grosores.
    
    Las exclamaciones de Mario y Rodrigo continuaron, medio balbuceadas a causa de los besos que no interrumpían, y sus impacientes movimientos de caderas y manos iban aumentando en intensidad y agitación, sin abandonar el beso en ningún momento. De manera inesperada, Leo sintió que sus manos se humedecían casi al ...
    ... unísono, a causa de unos generosos chorros que no cesaban.
    
    Hubo una pausa de silencio y quietud, interrumpida por Mario que empezó a chupar y morder suavemente los pezoncillos de Leo, su cuello y orejas, mientras Rodrigo le masturbaba de un modo increíblemente sabio. Cruzaban entre sí apasionados y encendidos elogios a Leo, y gracias por “esta ocasión”.
    
    Este despertó cuando ya era de día. Aunque no creía que fuese más de las siete, los dos hermanos se habían marchado. No recordaba nada más desde que experimentara el más arrebatador e intenso placer de su vida. Estaba derrengado, tenía que quedarse un rato en la cama, pero necesitaba ir a orinar. Al extender el brazo para ayudarse a incorporarse, tocó un papel apoyado sobre la almohada.
    
    Con sorpresa, notó que era una nota:
    
    “Eres maravilloso. Ni sueñes que no volvamos a vernos”
    
    Ninguna firma. Sólo un corazón atravesado por una flecha, con tres gotas de sangre cayendo muy juntas.
    
    Tras orinar, volvió a dormirse. Los hermosos paisajes venezolanos que había contemplado durante esos meses sin recrearse, surgieron en sus sueños convertidos en el país más hechicero del mundo. ¡Qué curioso!, se dijo a sí mismo en el sueño; de repente, amaba a Venezuela. .
    
    CIRIACO
    
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