1. Dos policías venezola


    Fecha: 12/01/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... ducharnos?
    
    Bastó un leve asentimiento para que los dos se despojaran del uniforme de inmediato, en el mismo instante, delante de él.
    
    -La tela de los uniformes es infernal –dijo el hermano de Mario, llamado Rodrigo, estirándose el pene de modo ostentoso-. Cuando sudas, se vuelve de cartón piedra. Qué comodidad estar en bolas. Gracias, pavo, eres más que… maravilloso, más de lo que me dijo mi hermano.
    
    Leo no quería mirar, pero no podía evitarlo, porque ninguno se recataba. Los genitales de Mario eran más voluminosos de lo que parecían bajo el uniforme, al menos un cincuenta por ciento mayores que los suyos, calculó Leo. El de su hermano, bastante más.
    
    La parte de indio del mestizaje venezolano les hacía casi lampiños. Los dos policías tan parecidos, tenían sólo un poco de vello en el pecho, los antebrazos y las piernas. Nunca había visto Leo en la playa a un venezolano cuyos músculos se definieran con claridad; suponía que también por la herencia india. Los hermanos Mario y Rodrigo eran grandes sin ser gordos, un poco más altos que él y hombros adecuados a su tamaño, pero los muslos eran extraordinariamente robustos. Parecían orgullosos de exhibirse, tanto que Leo notó que adelantaban las caderas y movían la cintura, para balancear los pesados badajos. Como si siguieran mentalmente el ritmo de una música de salsa, bailaron y evolucionaron retardaron la exposición unos minutos todavía cerca de la cama sin objeto aparente, y no se dieron prisa por entrar ...
    ... contoneándose en el baño, adonde fueron juntos.
    
    Dejaron la puerta abierta y en cuanto comenzó a sonar el agua, empezaron a reír de modo escandaloso y sin parar. Leo tenía tanto sueño, que al recostarse para esperarlos, se quedó dormido.
    
    Despertó sobresaltado. Uno al lado del otro, de pie, completamente desnudos y goteando todavía un poco, Mario le sacudía el hombro. Notó que Rodrigo se sobaba el pene casi erecto.
    
    -Oye, pana, gracias –dijo Mario-. No quería molestarte. Duérmete tranquilo, que tienes dos guardaespaldas a tu disposición. Nos vamos a acostar y es posible que nos despertemos antes que tú, porque tenemos servicio a las siete de la mañana.
    
    Leo notó más que vio que se metían en la cama por el otro lado. Volvió a dormirse.
    
    Más tarde, sintió con un nuevo sobresalto un crujido y un leve traqueteo de la cama. Casi en duermevela, estuvo a punto de maldecir porque aunque no recordaba el sueño, sabía que era muy agradable. En el primer momento se preguntó si habría un temblor de tierra, cosa nada infrecuente, pero ladeó la cabeza hacia los hermanos y creyó por un instante que soñaba todavía. Mario estaba sentado encima de su hermano, este acomodado contra el cabecero; se movían al unísono, pero con cauteloso cuidado. Leo comprendió que Rodrigo penetraba a su gemelo, cuya expresión era de éxtasis aun visto de perfil.
    
    Como si hubiera presentido que Leo despertaba, aunque no miró su cara, Rodrigo le tocó el hombro.
    
    -¿Quieres tú también? –preguntó.
    
    Impresionado, Leo ...
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