1. Memorias de un solterón (2)


    Fecha: 12/08/2017, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... casamos… Y a partir de ahí, sólo mi casa, mi marido, mis hijos…
    
    Se quedó otros instantes en silencio; como ensimismada en sus pensamientos, aunque creo que más correcto sería decir en sus recuerdos
    
    – La verdad, con Antonio, mi difunto marido, fui feliz, sin echar nada en falta… Mi casa, mi marido, mis hijos… Todo eso llenaba mi vida y nada más necesitaba Pero esa otra vida, más social, más…cómo diría, abierta, nada de nada… A mi Antonio nada de eso le gustaba, y si yo bailaba como un pato, a él se le daba aún peor, por lo que no le gustaba, casi odiaba lo de bailar… Antonio era bueno; muy bueno conmigo, pero a su manera… Para él, las mujeres en la calle sólo lo imprescindible, la compra diaria y tal, entendiendo que no era decente que una mujer anduviere por ahí, a su albedrío… Eso, para él, era casi de furcias… Él sí, él salía, se iba con los amigos, al bar y demás… Ya sabes, le gustaba echar su partida cada tarde; trabajaba sólo por la mañana, estando en casa siempre hacia las dos, dos y media de la tarde, y, en terminando de comer, se marchaba al bar de Alfredo, a tomar su café, su copa y su partida de mus o tute. Y que conste que, si yo hubiera querido salir, bajar a la plaza con las vecinas, él no me lo habría impedido, pero yo sabía que no le gustaba, y a mí, pues tampoco me “tiraba” tanto ese plan, pasando, tan ricamente, el tiempo en mi casa, con mis labores, planchando, cosiendo y tal… Y, sobre todo, cuidando de mis hijos hasta que fueron ya un tanto ...
    ... delantericos,
    
    Se calló un instante para al punto, como suele decirse, proseguir, con aire de casi decepción, evocando, en cierto modo, un pasado que quedó a la vuelta de la esquina.
    
    – La verdad es que, en este poco tiempo que llevamos tratándonos, he salido, he visto la calle, más que en todos los años que estuve casada…
    
    Finalmente, Carmela estuvo de acuerdo en que saliéramos juntos las tardes de los días que yo librara, dejando a mi elección dónde iríamos; yo, cauto siempre con ella, no queriendo forzar la “cuerda” más allá de donde, buenamente, ella quisiera llegar, comencé por llevarla al Parque de Atracciones; fue en la tarde de un día cualquiera, un miércoles, si mal no recuerdo, y de lo que sí mantengo una memoria clara, es de que “mi” Carmela que así ya la llamaba, aunque sólo en mi mente, que, oralmente, librárame Dios de semejante atrevimiento, se lo pasó, verdaderamente, “pipa”. Montamos en casi todo, pues todo lo quería probar, todo le llamaba la atención, todo le gustaba, sin perdonar, siquiera, el “Siete Picos”, una montaña rusa de lo más espectacular para entonces, época, muy, pero que muy fines de años 80, abocada ya la añada a los 90, con caídas casi verticales desde bastante altura, unos 13-14 mt. que te lo ponían “todo” de corbata; sí la realidad es que mi amada disfrutaba como una cría no con zapatos nuevos, sino con muñeca la mar de nueva y querenciosa, acompañando todas sus emociones con un griterío que para qué te cuento, Miquelarena. Y yo, la purita ...
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