1. Memorias de un solterón (2)


    Fecha: 12/08/2017, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... no lo era, sino su legal marido “ante Dios y ante los hombres”, como en tiempo se decía… Porque, ¡Dios!, y qué nervios que se gastaba; vamos, que el clásico flan de huevo, a su lado, un prodigio de firmeza… Ella misma lo reconocía, que ni cuando a su difunto, allá por sus quince años, de novios aún, le entregó su “prendita dorada”, estaba tan nerviosa como en esta otra noche…
    
    Incluso, cuando, al fin, nos metimos en la cama, desnudos los dos, piel contra piel, me pidió que tuviera paciencia con ella, que fuera muy, muy gentil, pues, francamente, tenía miedo; sí, miedo, pues debía estar muy cerrada, muy estrecha, tras años de no ”hacerlo”, pero también muy, muy “motivada”, con muchas, pero muchas, ganas… O “ganazas” más que “ganas”, que también me lo dijo: “Hay amor; tengo miedo, ¿sabes?... Pero cómo estoy, cómo me tienes, también… cachondita dl todo, amor; mojadita, mojadita, de verdad, mi amor, mi vida… Y fui, estuve, a la altura que debía estar. No tenía experiencia, en realidad, d cómo tratar a una mujer, con la cual lo que hay, lo que media entre ambos, s mucho más el amor, el cariño hombre-mujer, que el burdo deseo sexual, la llamada de la selva, de la libido más animal, pero Amor me hizo sabio en la materia, infundiéndome ciencia infusa al respecto. Fue eso, ante todo, lo que ocurrió entre nosotros, cariño, mucho, muchísimo cariño, tanto que me hizo dulce, hasta mimoso con ...
    ... ella, de manera que tod rodó, entre los dos, como debía rodar, con suavidad, dulzura y mucha, pero muchísima ternura… La que el amor genera entre un hombre y una mujer tremendamente enamorados el uno del otro… Pero también los exquisitos goces del amor materializado en sexo, el sexo sublimado en amor…
    
    Y desde entonces esa fue la tónica de nuestra vida en común, que se ha prolongado años y años, hasta el presente, hasta mis setenta y seis años ya, sus sesenta y ocho añitos cumplidos, y queriéndonos, deseándonos, como el primer día; como aquella primera noche que pasamos juntos. Al final no nos casamos, pues ella, como viuda que era, disfrutaba de su pensión de viudedad, pensión que perdería si se volvía a casar, y con los tiempos que corrían, que corren, no era, es, cosa de regalar nada al Estado, que bastante ya nos sangra. Pero tampoco eso quiere decir que nos priváramos de nada; ni siquiera de tener nuestros propios hijos, suyos y mías, engendrados por mí en ella, concebidos por ella de mí… En fin, frutos de nuestro inmenso amor
    
    Y aquí se acaba la historia de un solterón que, para su suerte, dicha e inmensa, gloriosa, felicidad, una noche dejó de serlo para siempre jamás.
    
    FIN DEL CAPÍTULO Y EL RELATO
    
    NOTAS AL TEXTO.
    
    1. “Lampaba”, del verbo “Lampar”. Es un verbo ya casi en desuso, pero que aún está en el Diccionario de la RAE: “Tener ansiedad por el logro de algo”. 
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