1. Memorias de un solterón (2)


    Fecha: 12/08/2017, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... verdad, más contento que “Chupillas” viéndola disfrutar tanto. Me lo confirmó cuando regresábamos ya a casa, en las primeras horas de una noche serena de fines de Mayo, ni fresca ni cálida, al decirme
    
    – Gracias Antonio, por esta tarde tan magnífica… De verdad que lo he pasado estupendamente… Sin dudarlo, como nunca; como nunca, Antonio, mi querido amigo.
    
    Y ya fue la monda cuando, inclinándose sobre mí, me plantó un tierno beso en mi mejilla… Creo, que estuve casi una semana sin lavarme la cara para conservar el aroma, imaginario, que no real, de tal ósculo. Y así fuimos repitiendo cada tarde de cada día que tenía libre, siempre con el mismo resultado, de una Carmelilla que acababa más contenta que unas Pascuas, y mis mejillas sembradas de besos de puro agradecimiento, con lo que yo me encontraba en un muy particular Paraíso Terrenal. Fue en el puede que segundo, puede que tercer fin de semana que disfrutaba, sábado y domingo, libre de obligaciones que, al fin, me armé del suficiente valor para proponerle ir, tal sábado, a cenar y bailar a algún sitio; ella se quedó un tanto indecisa ante mi propuesta, y yo pasé las de Caín esperando su veredicto a mi pretensión; al fin, aceptó, y de muy buena gana, aunque advirtiéndome que si me molía los pies a pisotones, no me quejara, pues avisado iba de que ella, bailar, como un pato…o una pata, mejor. Pero yo le repuse que no se preocupara; que, simplemente, teniendo un poquitín de oído musical, cosa que casi todos tenemos, y ...
    ... dejándose llevar por mí, en un par de “sesiones”, bailaría hasta de coronilla.
    
    Así que, a algo más del anochecer, sobre las ocho y media de la tarde, de aquél sábado tan soñado por mí, salimos de casa rumbo a un chiringuito un tanto aceptable, un bar-restaurante conocido por Villa Flora, sito en un polígono industrial de Getafe, ciudad o villa antigua, muy cercana a donde vivíamos. El “chiringuito”, un restaurante con barra de bar, una sala cubierta, que servía de boîte en invierno y una terraza para el buen tiempo, primavera-verano, celada del exterior por un ancho y alto seto, con pista de baile en su centro, rodeada de mesas para dos y cuatro personas. A la derecha, según se entraba, una barra de bar y al fondo, como presidiendo el recinto, un somero escenario, desde el que tocaba una típica orquesta de sala de fiestas de los años 50-60, dos trompetas, un saxo, trombón de varas, clarinete, un piano, que sin ser de cola, tampoco era teclado, una guitarra española, contrabajo y batería, con unos bongós y congas, para sustituir a la batería en ciertos ritmos caribeños . El repertorio habitual, música de los 5o-60, en general bastante lenta, romántica, típica para parejitas, aunque trufada de ritmos caribeños de esa misma época, samba, rumba, mambo, merengue, con incursiones de cantantes románticos de entonces y posteriores, Pabla Abraira, Alberto Cortez, Nino Bravo, Cecilia, Jeannette…
    
    Nos sentamos a una mesa, en la terraza, y comenzamos cenando; ella, como siempre, me decía ...
«12...456...10»