1. Ay, profe, ¡me haces igual que mi papá…!


    Fecha: 12/08/2017, Categorías: Hetero Autor: Stregoika, Fuente: SexoSinTabues

    ... que yo tenía los labios erectos y la cara pasmada, y le daba por el culito a Luisa mientras tensionaba el ceño. Fue una culeada mística, con poco decir. Estar dentro de un culo después de tanto desearlo es como devorarse el paraíso, sobre todo por el hecho de ser un culo prohibido. La prohibida colita de mi Luisa. Pues… nada. A echar el semen. Empecé a gemir guturalmente mientras mi próstata enloquecida iba y venía, y le llenaba la colita de leche a mi alumna. Abrí los ojos, aunque no enfocaban nada. Parecía bajo el efecto de una sobredosis. Terminé. Acerqué mi pecho a su espalda y la besé. Luego le estrujé las tetecitas que ya empezaban a brotar en ella. Ambos jadeábamos y tratábamos de recuperar el aire. Lo empecé a sacar. - Mammassita – dije con lengua de trapo. En el segundo siguiente estábamos ambos abrazados en el piso. Noté de inmediato que era a lo que estaba ella acostumbrada, y no le negué ni un ápice de cariño. No obstante ella se sostenía el orto con la palma de la mano. La besé en la cabeza y toda la cara para que se sintiera acompañada. Todavía tenía los calzones en las rodillas y empezó a quitárselos. - no se me pueden ensuciar – dijo con un hilo de voz. - ¿te vas a ir a clase sin cucos? Ella pensó por unos segundos y luego dijo - lo que pasa es que eso siempre queda goteando arto rato y… me toca sacármelo todo. ¿Me ayudas, profe? - claro, preciosa. Se puso de pie y cogió de su morral un pedazo de papel higiénico. Entonces me acercó el culo a la cara. Empezó a ...
    ... dedearse, no sin dejar escapar varios gemidos de impresión. Poco a poco, los dedos se le llenaron de chorreaduras de semen espeso. - pon el papel, por fa – dijo. Recogimos toda mi venida en poco menos de un minuto. El problema era que, verla cagando mi leche tan de cerca, con las nalgas coloradas y agradecidas, me hizo dar ganas de más. A lado había ya unas cinco bolas de papel higiénico empapadas en mi proteína. Luisa usó un último pedazo para limpiarse bien la hendidura y la base de las piernas. Luego se abrió las nalgas. - ¿todavía escurre? – me preguntó adorablemente. - no, muñeca. Antes de que cerrara, estiré el cuello y le besé su precioso ano con una ternura descomunal. El beso sonó en todo el laboratorio. Ella volteó y bajó la mirada sonriéndome. - ¿POR QUÉ LES GUSTA TANTO LA COLA? – interrogó. Descansamos un minuto más. La dejé suspirar en mi pecho mientras le acariciaba los brazos y las manos. - no se te olvide ponerte los cucos – le dije. Con lentitud cinematográfica, nos pusimos de pie y ella se arregló el cabello y se puso los calzones. Cuando terminó de ponérselos, se los subió bien, de un tirón a cada lado. Verla con la falda atorada en sus muñecas ajustándose bien esos sensuales panties, me hizo estar seguro de que yo quería más. La abracé asomé mi cabeza detrás de ella. Le alcé la falda y le contemplé ese culazazo en esa media malla blanca, bien apretado y relleno. Se lo amasé con mucha hambre. Puse mis labios en su cuello y en medio del beso le dije - tienes ...
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