1. Lola y el becario


    Fecha: 24/01/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: karlz, Fuente: RelatosEróticos

    La empresa debía de estar obteniendo unos buenos beneficios porque, de otra manera, jamás nos hubieran invitado a los becarios a la cena de Navidad en aquel céntrico y elegante hotel de cuatro estrellas con pinta de caro. La verdad que, aunque mi salario era mínimo y mi esfuerzo en ocasiones rozaba la esclavitud, no estaba mal del todo en aquel "puesto" de trabajo, ya que me había tocado en un departamento lleno de gente muy maja con la que había hecho muy buenas migas. En aquella sala de trabajo éramos cinco personas, y se puede decir que mi trabajo era el de "chico para todo". Mi jefe absoluto, un hombre de unos cuarenta años aproximadamente, me llevaba de aquí para allá y me compartía con el resto de compañeros que eran otro hombre y dos mujeres, de las cuáles una era su esposa. Pero de la que me interesa hablaros es de la otra mujer, la rubia de 38 años llamada Lola con la que acabé follando como nunca antes lo había hecho en aquella inolvidable cena de Navidad.
    
    Por aquella época yo tenía 24 años. Tengo un cuerpo normal, ni escuchimizado ni musculado, pero si en forma gracias a mi afición por el running, además, tengo el pelo castaño y corto y una cara adornada por una cuidada barba y unas gafas que ocultan unos pequeños ojos verdes. Soy una persona bastante educada y tímida en las primeras impresiones, pero con un afilado sentido del humor, por eso hasta que no llevaba dos meses en la empresa no empecé a hacer bromas y a congeniar con el resto de personas. Me ...
    ... encantaba trabajar con Lola, porque aunque el resto de la empresa la tenía como una persona borde, era muy eficiente en su trabajo y a mí me trataba realmente bien y nos reíamos bastante juntos. Lola era delgada, con unas piernas firmes que solía enseñar a la hora de vestir, y unos pequeños y firmes senos que se le marcaban en las ajustadas camisetas que se ponía. Su piel era suave y blanca y su pelo, rubio como ya os he dicho, solía caerle liso hasta los hombros, rara vez la vi con coleta. Pero lo que más me gustaba de su físico, sin duda, eran sus ojos, negros y profundos. Cuando Lola te miraba, te miraba de verdad, metiendo tu cabeza en su pequeño universo ocular.
    
    Yo pensaba que en la cena de Navidad nos iban a sentar a todos los becarios juntos, y casi fue así, porque mi departamento, por el cariño que me tenían, me arrebataron de aquel grupito de jóvenes explotados y me sentaron junto a ellos. Al principio me jodió un poco, la verdad, porque había una becaria bastante guapa con la que quería tontear esa noche, pero eso es otra historia.
    
    Y allí estaba yo, sentado con gente que me sacaba de 10 a 15 años y pasándomelo bastante bien. Además, mi querida Lola, con la que tuve muchos pensamientos impuros, pero jamás la intención de seducir, vestía un increíble vestido negro ajustado que dejaba adivinar todas y cada una de sus cuidadas y perfiladas curvas. 38 años... quién lo diría, chiquilla... La cena transcurrió normal, con cerveza, entrantes, vino, carne, copa y postre. Al ...
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