MI DULCE Y APASIONANTE ESPOSA TERESA 2
Fecha: 26/01/2019,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... tranquila, no te olvides que estaré a tu lado.
- “Si, si”, respondió, y con un profundo suspiro se acurrucó en mi pecho, mientras yo la abrazaba protectoramente.
Eran las 3 de la tarde cuando alguien tocó fuertemente la puerta. Yo abrí, era el mecánico Fedro.
Sinceramente, me sentí algo impresionado. Este hombre medía unos 15 cm más que mí; es decir, tendría por lo menos 1,90 mts de estatura. Su rostro era blanco, juvenil, muy bien parecido, de dientes blancos bien alineados, con una quijada grande y firme, y ojos confiados pero dominantes. Se lo veía con un porte muy seguro, y físicamente fuerte. Su pecho parecía una armadura, y sus antebrazos eran gruesos y fuertes, propios de gente de su oficio.
Lo hice entrar, me porté muy cordial, y el muy atento y caballeroso. Destapé una botella de vino, y empezamos a dialogar de cosas triviales.
Después de unos 30 minutos, llamé a Tere para que venga donde estábamos. Mientras esperábamos su llegada, una corta pero tensa expectativa se dio entre los dos machos.
La entrada de mi esposa no pudo ser más espectacular. Parada sobre unos elevados taconcitos celestes, lucía un coqueto y pequeñísimo short jean, y una blusita de la misma tela, que apenas le llegaban debajo de sus senos. Con todo descubierto, su cintura y su vientre se mostraban finísimos, insinuantes, y reveladores. De esas caderas amplias y rotundas, brotaban de manera escandalosa unas piernas curvilíneas, carnosas, y sensualmente atrevidas.
Era el sexo ...
... hecho mujer, incitando el morbo, seduciendo con su presencia, tentando y conquistando el deseo de los dos hombres que la contemplábamos incrédulos.
Tere estaba irresistible, su figura de mujer era sexualmente indecente, yo pensé de inmediato: “Parece una puta atrevida y seductora, con rostro y sonrisa casi infantil”
Fedro; deslumbrado, se apresuró a saludarla con un beso en la mejilla. Al hacerlo, sus fuertes manos apretaron la delicada cintura de mi esposa; que, al sentir el contacto, se estremeció involuntariamente. Al separarse de él, ella parecía a punto de desmayarse.
Después de hacerlo sentar, yo noté que Tere tenía una cierta palidez en su lindo rostro sin maquillaje, se la veía visiblemente nerviosa e insegura frente a ese hombre. Algo intimidada, se levantó a servir unas copas de vino. Al hacerlo, por detrás de sus piernas, rebosando de carne apetitosa, brotaron los carnosos cachetes de sus nalgas; completamente expuestas, pues los filos del pequeñísimo Short llegaban a cubrir apenas la parte superior de sus voluptuosas caderas.
Fedro, ante esta insinuante y carnal contemplación, hiso como que apartaba su mirada al suelo; luego, regresando su mirada hacia mí, pareció sorprenderse al descubrir que yo, mirando a mi curvilínea esposa, y moviendo con incredulidad mi cabeza, estaba sonriendo.
Este gesto mío animó al mecánico, y lo hizo entrar en confianza, que terminó por decirme: “Vecino, con todo respeto, déjeme decirle que tiene usted como esposa a una ...