La evolucion de Ana (4)
Fecha: 27/01/2019,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: vladi, Fuente: CuentoRelatos
Ya llevaba casi dos meses teniendo relaciones a la vez con Juan y con Jacinto. Lo cierto es que no veía motivo para elegir, mi interés es puramente físico; quizá toda mi vida desde los 24 años he estado viviendo en varios países y eso me ha dificultado mantener relaciones largas. Por otra parte, estoy acostumbrado a mandar y me gustaría que alguien me mimase y adoptase el papel del macho y me hiciese sentir como una dama. Esto que al principio pareció que marchaba con Juan, al cabo del poco más de un año lo que al principio era atractivo, se va convirtiendo en rutinario y aburrido y se va llenando con la existencia de Jacinto y con algunos chispazos de las aventuras cuando decido prostituirme o tener una aventura puntual.
Jacinto ha introducido aspectos nuevos en nuestra relación, por ejemplo, me ha hecho modificar mi aspecto y en algunas ocasiones ya no uso el pañuelo anudado a la cabeza y me he comprado una peluca de melena rubia.
Hace un par de fines de semana, por ejemplo, cuando llegué a la casita-picadero en el campo y Jacinto me dio una caja que guardaba un precioso vestido color rojo, cuando lo vi se me aceleró el corazón y, de inmediato, me encerré en el cuarto de baño para maquillarme y estrenar el vestido para él.
El vestido como ya dije era rojo y hacia juego con mis preciosos zapatos con enormes taconees aguja que me hacen tener unas preciosas y sensuales piernas. Como no podía ser de otra manera el vestido tiene una minifalda dos o tres dedos por ...
... debajo de las nalgas y apretadísima marcando bien el culo. Por delante tapa todo el pecho, pero deja la espalda al aire hasta la cintura. Antes de salir del baño le dije que pusiera música suave y que se marchara hasta que yo le dijera. Primero salí y me miré en los espejos, la verdad es que se me veía buenísima y empecé a tener problemas con el bulto que se me notaba en la entrepierna al verme y notar el contacto con la tela. Al fin y con la luz de velas rojas, le dije que entrará, la verdad es que, con la peluca castaño, el vestido rojo, las medias negras y los zapatos rojos hasta yo estaba cachonda. Además, llevaba un liguero negro y un tanga de encaje blanco.
Entró y cuando se acostumbró a la poca luz me pudo ver de pie en medio de a habitación con las piernas separadas y los brazos en jarras, no pudo por menos que venir a por mí como un león. Yo, haciendo de calientapollas, le paré en seco y le dije que me apetecía mucho bailar algo suave. Ese tipo de música fue el que puso yo (que soy bastante más alta que él) le abracé por los hombros dejando que su cara estuviese a la altura de mis pechos, de esta manera el me sobeteaba la espalda. Por supuesto al poco tiempo me había levantado la falda por detrás y me estaba masajeando las nalgas y no tardó mucho en levantarme la tira del tanga y frotarme la rajita del culo. Yo le acariciaba la cabeza, le besaba y mordía las orejas y le morreaba con pasión mientras me apretaba contra su bulto. En un momento le dije que quería sentir su ...