1. Una bolivianita en casa


    Fecha: 13/08/2017, Categorías: Hetero Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    Nancy y yo cumplíamos 3 años de casados cuando decidimos que lo mejor era emplear a una chica para que organice un poco nuestro desorden, limpie los pisos, las voluptuosas bibliotecas, y que de paso nos deje la cena lista para las noches. Los dos somos docentes, ella de historia y yo de literatura. Realmente no teníamos tiempo de ocuparnos demasiado de la casa. Lo bueno es que por el momento ninguno piensa en hijos. Mucho menos en mascotas.
    
    Una amiga de Nancy nos habló de su empleada con mucho respeto y confianza. Se llama Carina y solo cumple 4 horas en su casa, día por medio y solo por la tarde. Era importante que la persona que entre a nuestro hogar sea alguien honrada. Por eso yo mismo la llamé al celular que apunté, le dije que venga a casa a las 9 de la mañana del lunes luego de darle la dirección y quedé conforme con su amabilidad. Cuando la conocí me pareció un poco más fría y tosca. Tiene 19 años y había venido de Bolivia con su hermana menor a trabajar. No quiso que la pusiera en blanco. Ella terminaba la jornada y cobraba el total de las horas en efectivo.
    
    Estuvimos de acuerdo en todo. La primer semana Nancy le dio el visto bueno por lo bien que había dejado la cocina, lo reluciente que se veía el baño y por lo guapa que era para planchar, cosa que a ella la ponía de muy malhumor. Desde entonces Carina trabajaba en casa 4 horas, desde las 9 y de lunes a viernes. Casualmente los viernes a la mañana yo no daba clases en escuelas. Aprovechaba para ver ...
    ... películas, corregir exámenes, preparar clases o para tomar mates en el jardín. Nancy en cambio solo tenía libre los lunes y viernes por la tarde, y jamás almorzaba en casa.
    
    Debo reconocer que Nancy era algo más distante con ella. Anotaba minuciosamente cada vuelto, o minutos de tardanza, y no le largaba un peso más. Yo intentaba ser agradable, y siempre le pagaba un poco más de lo acordado. A veces la invitaba a almorzar conmigo. En esos almuerzos supe que no tenía novio, que estaba terminando el secundario en una escuela nocturna, que sus padres jamás estuvieron de acuerdo con que se aleje de su país, que le gusta el cine y la música romántica. También que unos pibes la manosearon a la vuelta de la casa de la amiga de Nancy, y que su marido una vez fue deshonesto con ella. No quise averiguarlo tan rápido, pero ella prosiguió diciendo que le ofreció 200 pesos si le tiraba la goma.
    
    También vi como se le entristecieron los ojos cuando habló de su primer amor, y supe que su hermana atiende un kiosquito en una escuela primaria.
    
    Digamos que Carina no es lo que se dice una belleza de mujer. Tiene el pelo algo descuidado y semicorto, no llega al 1,55, es rellenita, tiene varias pequitas en la cara, dos lunares en la nariz y otro en el labio superior, tiene las cejas tupidas, poca teta, y su olor es algo invasivo que por momentos repele a cualquier deseo que pudiera posarse en sus ojos hermosos. Pero tiene un culito perfecto, una voz encantadora aunque con no más de cien palabras en ...
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