1. Mi sobrino me manosea mientras mi novio duerme


    Fecha: 08/09/2025, Categorías: Incesto Autor: Princesa cruel, Fuente: TodoRelatos

    Relato 3
    
    Mi sobrino me manosea mientras mi novio duerme
    
    No tenía pensado meterle los cuernos a Fabricio, mucho menos con Enzo. No porque no me calentara, porque en ese punto ya sabía que ese pendejo había venido a remover cosas en mi vida que creía muertas. Sobre todo mi sexualidad. Con él empezaba a despertar esa vieja Delfina, la que siempre había estado ahí, esa puta eterna e insaciable que pensaba que podía devorarse el mundo. Pero no, no pensaba hacerlo. En serio. Además, solo tenía que aguantar dos meses, y mientras tanto Sabrina lo mantenía ocupado.
    
    No voy a decir que sentía celos, pero sí sentía cierta envidia de mi amiga. Envidia de su libertad, de lo poco que le importaban las consecuencias. Ella seguía siendo la misma de siempre, igual de desvergonzada, igual de dueña de sí misma. Yo también había sido así alguna vez, y por momentos lo añoraba. Pero entonces recordaba las veces que eso me había dejado sola, usada, vacía. Eso fue lo que me hizo refugiarme en una relación “sana” con Fabricio.
    
    Pero el imbécil me había engañado. Justo él.
    
    Si quería vengarme, podría hacerlo con cualquier otro hombre, pensaba. ¿Por qué meterme en un quilombo como el de cogerme a su sobrino?
    
    Pero las cosas no siempre pasan como una quiere. Eso ya lo sabía muy bien.
    
    Esa noche Enzo había salido a bailar. Primera vez que salía solo hasta tarde desde que vivía con nosotros, pero era lógico: es joven, lleno de energía y de ganas de comerse el mundo —y a cuantas chicas ...
    ... pueda—. Fabricio hasta le dio plata.
    
    Esto pasó más o menos una semana después de la exposición de Sabri.
    
    Serían las cuatro de la mañana cuando lo escuché llegar. Fue de casualidad, porque yo me había levantado a hacer pis. Y por un segundo me sentí como una madre aliviada de que “el nene” volviera entero del boliche.
    
    Me pregunté cuántas pendejas se habría levantado esa noche. Era exactamente el tipo de pibe que me volvía loca cuando yo tenía su edad. No por sus modales, que eran un desastre, sino por esa seguridad animal que irradiaba. Esa caradurez que te hace pensar que todo le pertenece.
    
    Entonces empecé a escuchar ruidos raros. Como que tiraba cosas al piso. Enzo siempre fue medio descuidado, pero algo sonaba distinto. De pronto escuché su puerta cerrarse y después… el baño, o eso parecía. Tenía su baño propio al lado de su cuarto, pero igual estaba bastante cerca del nuestro.
    
    Al principio lo ignoré, pero luego… ¿un quejido?. Me quedé quieta. ¿Había insultado? No… era como si estuviera hablando fuerte, casi gritando.
    
    Encendí la luz y miré a Fabricio. Dormía como una morsa, completamente ajeno a todo lo que pasaba en el mundo, como de costumbre.
    
    —¡Dios! —murmuré.
    
    Yo no iba a dejar que ese pendejo hiciera un escándalo a las cuatro de la mañana. Me levanté, con mi camisón de seda plateado. Pero no era buen momento para preocuparme por verme demasiado sexi para mi sobrino.
    
    Salí del cuarto y caminé por el pasillo hasta su dormitorio. Toqué la puerta. ...
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