1. Mi sobrino me manosea mientras mi novio duerme


    Fecha: 08/09/2025, Categorías: Incesto Autor: Princesa cruel, Fuente: TodoRelatos

    ... pequeña, que apenas le cubría, con un tajo por donde la tela dejaba entrever piel. Apenas un movimiento en falso y su linda pija quedaría otra vez expuesta ante mis narices.
    
    Tragué saliva. Hacía años que no me sentía tan nerviosa con la sola visión de un hombre. Ya estaba grande, más cerca de los treinta que de los veinte, y este tipo de sensaciones se habían vuelto cada vez más extrañas. Claro, de vez en cuando hacía mis cosas, como cuando me chapé al tal Hernán. Pero esto era diferente.
    
    Se sentó en la cama, relajado, con la toalla floja.
    
    —¿Estás nerviosa? —preguntó, con una sonrisa odiosa.
    
    Lo fulminé con la mirada, pero sabía que mi respiración me traicionaba.
    
    —Sí. Vos me ponés nerviosa. Me parece que sos peligroso.
    
    —Con vos no soy peligroso —dijo, con voz grave—. Te lo juro.
    
    Conocía esa mirada. Esa mirada que solo ponen los hombres cuando son capaces de prometerte el cielo, aunque vos sepas que lo único que buscan es meterse en cada una de tus hendiduras.
    
    —No me gusta ser prejuiciosa —le dije mientras empapaba el algodón con alcohol—, pero si apenas la primera vez que salís ya te metés en líos… sospecho que sos de esos a los que les encanta el quilombo.
    
    —Y… puede ser, viste —me respondió, encogiéndose de hombros—. La psicóloga esa me tiró que soy medio autodestructivo.
    
    —¿Fuiste a terapia? —pregunté, sorprendida.
    
    —Sí, cuando se murió la vieja, hace un año.
    
    Me frené un segundo, mirándolo. A veces era fácil olvidar que había pasado por ...
    ... varias pérdidas en tan poco tiempo. Se mostraba tan seguro, tan descarado… Nunca lo había visto triste, pero supuse que era una postura, una manera de enfrentar la situación.
    
    —¿Y ahora que murió tu papá?
    
    —Mmm… y ahora, viste… por momentos me chupa todo un huevo. Siento que no tengo nada que perder —dijo, con esa voz grave y tranquila que me inquietaba.
    
    Gimió cuando apoyé el algodón en su pómulo hinchado. Era un sonido bajo, animal. Me recorrió la piel como un escalofrío.
    
    —Tenés mucho que perder, Enzo —dije, obligándome a mantener la voz firme—. Sos joven, tenés toda la vida por delante.
    
    —Uff, dejá de chamuyar, tía. Ese cuentito es re viejo —sonrió.
    
    Seguí limpiando la herida. Desde tan cerca podía ver cómo las gotas de agua le corrían por el cuello hasta el pecho. Esa toalla chica estaba a punto de caer.
    
    —Tomaste mucho alcohol —comenté, sintiendo su aliento etílico en mi cara.
    
    —Y… Para eso salí, ¿no? —dijo con una sonrisa sobradora.
    
    —No hace falta emborracharse para pasarla bien —comenté.
    
    —No, pero tampoco hace falta no emborracharse —retrucó.
    
    No pude evitar soltar una risita.
    
    —¿Conquistaste a alguna chica? —pregunté, más por curiosidad que otra cosa, mientras curaba sus nudillos abiertos. Tenía las manos grandes, duras, con las venas marcadas.
    
    —A tres —largó, riéndose.
    
    —¿No te alcanza con Sabrina?
    
    —¿Sabés qué pasa? —me dijo mirándome fijo—. No me alcanza con una sola mina, ni en pedo.
    
    Esa mirada me incomodó y me calentó al mismo ...
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