Memorias de una Perra Humana - Parte 1
Fecha: 08/09/2025,
Categorías:
No Consentido
Autor: Celine Parra, Fuente: TodoRelatos
... siluetas siniestras. Las foguras crepitaban, lanzando chispas al aire frío de la noche mendocina, pero ningún hombre se acercaba a calentarse. Todos parecían ocupados en sus carpas, murmurando entre risas bajas y miradas cómplices. Andreita, sentada sobre una piedra cerca del río, se frotaba los brazos, sintiendo cómo el miedo se enredaba en su estómago como una serpiente.
No había carpa para ella.
Nadie le había ofrecido refugio.
Hasta que la voz de Ramiro cortó la noche como un cuchillo.
β Andreita β llamó desde la entrada de su carpa, más grande que las demás, con una lámpara de kerosene colgando del techo que proyectaba su sombra deforme sobre las lonas β. Vení acá.
El corazón de Andreita latió con fuerza, pero se levantó, ajustándose el vestido verde que ahora estaba sucio y arrugado. Caminó hacia él con pasos titubeantes, las sandalias crujiendo sobre las hojas secas.
β Sí, Ramiro? β preguntó, tratando de mantener la voz estable.
El líder no respondió. En cambio, dio un paso al costado, dejando ver el interior de la carpa: un colchón inflable, una manta gruesa, y unas sogas enrolladas en el suelo como serpientes dormidas.
β Entrá β ordenó.
Andreita tragó saliva, pero obedeció. El olor a sudor y cuero la golpeó al pasar, mezclado con algo más primitivo, más masculino.
β Gracias por dejarme dormir aquí β murmuró, buscando desesperadamente una explicación inocente a las sogas.
Ramiro se rió, un sonido seco y sin humor.
β No es ...
... gratis, nena β dijo, cerrando la puerta de la carpa tras de sí β. Vas a pagar tu estadía. Y no con plata.
Antes de que pudiera reaccionar, Ramiro la agarró de los brazos con una fuerza que la hizo gritar.
β ¡Quietita! β gruñó, mientras una de las sogas se enroscaba alrededor de sus muñecas con movimientos expertos, apretando hasta que la piel palideció bajo la presión.
Andreita gritó, un sonido agudo y desesperado que rasgó la noche.
β ¡No! ¡Por favor! ¡Sueltenme! β lloró, revolviéndose inútilmente mientras Ramiro terminaba de atar sus manos a la espalda con nudos que no cederían.
Afuera, en el silencio del campamento, se oyeron risas.
Risas masculinas.
Risas cómplices.
Nadie vendría a salvarla.
Ramiro la empujó hacia el colchón, donde Andreita cayó de rodillas, el vestido verde subiéndose hasta los muslos, revelando las medias marrones rotas y la piel dorada debajo.
β Mirá lo que tenemos acá β murmuró el líder, agarrándole la barbilla con una mano mientras con la otra comenzaba a desabrochar el vestido desde abajo β. Una putita de ciudad que cree que la vida es tomarse fotos.
El vestido se abrió como una flor venenosa, revelando el cuerpo que tantos seguidores en Instagram ansiaban ver: piernas largas y tonificadas, caderas estrechas que se abrían en unas nalgas perfectamente redondas, un vientre plano con un ombligo pequeño como una huella digital.
Andreita lloraba en silencio ahora, las lágrimas cayendo sobre el colchón mientras Ramiro le ...