1. Memorias de una Perra Humana - Parte 1


    Fecha: 08/09/2025, Categorías: No Consentido Autor: Celine Parra, Fuente: TodoRelatos

    ... arrancaba las medias con un tirón brusco que hizo que gritara de nuevo.
    
    β€” Callate β€” ordenó, pasando una mano por sus muslos temblorosos β€”. Recién empezamos.
    
    Cuando por fin la tuvo completamente desnuda, Ramiro se detuvo a admirar su obra: Andreita arrodillada, las manos atadas a la espalda, el cuerpo joven y perfecto expuesto bajo la luz amarillenta de la lámpara.
    
    β€” Así te gusta, ¿no? β€” preguntó, pasando un dedo por su clítoris hinchado de miedo β€”. Ser la estrella.
    
    Andreita sacudió la cabeza, pero su cuerpo traicionero respondió al contacto, un gemido escapando de sus labios contra su voluntad.
    
    Ramiro sonrió, satisfecho.
    
    β€” Mentirosa β€” murmuró, antes de comenzar a jugar con su "botoncito" como si fuera el control remoto de su placer.
    
    Las lágrimas de Andreita caían sobre el colchón inflable, formando pequeñas manchas oscuras en el material sintético. Sus muñecas, atadas con las ásperas cuerdas que Ramiro había traído especialmente para ella, ya mostraban marcas rojas que brillaban bajo el tenue resplandor de la lámpara de kerosene. El dolor era agudo, punzante, pero no tanto como la vergüenza de sentirse expuesta, vulnerable, con su cuerpo de diecinueve años completamente desnudo ante ese hombre de cincuenta y un años que olía a sudor y tabaco fuerte.
    
    "Dios mío, ¿cómo terminé aquí?" pensó, mientras Ramiro se arrodillaba detrás de ella, sus rodillas callosas rozando la piel suave de sus muslos. "Mis seguidores... creen que estoy en un retiro de ...
    ... bienestar. Si supieran..."
    
    β€” Mirá esto β€” gruñó Ramiro, agarrándole el pelo con una mano y obligándola a arquear la espalda β€”. Una nena de ciudad con el culo más lindo que he visto.
    
    Sus palabras eran brutales, sin filtro, como si estuviera hablando de un animal en lugar de una persona. Andreita sintió cómo sus mejillas ardían, no solo de humillación, sino de algo más confuso, más oscuro. "¿Por qué mi cuerpo está respondiendo? Esto no es normal, no puede ser..."
    
    La mano libre de Ramiro no esperó. Bajó como un rayo, estrellándose contra sus nalgas con un golpe seco que resonó en la carpa.
    
    β€” ¡Aaah! β€” gritó Andreita, el dolor mezclándose con una oleada de calor que la tomó por sorpresa.
    
    β€” Eso es por llorar β€” escupió Ramiro, antes de darle otra palmada, esta vez más fuerte, dejando una marca roja en forma de mano en su piel perfecta.
    
    Andreita cerró los ojos con fuerza, tratando de imaginarse en otro lugar. En su habitación en Córdoba, con las paredes rosadas y los posters de modelos famosas que admiraba. En las pasarelas donde había desfilado, con los flashes de las cámaras iluminando su sonrisa cuidadosamente practicada. En cualquier parte menos aquí, en esta carpa maloliente, con las risas de los hombres afuera recordándole que nadie vendría a salvarla.
    
    Pero entonces Ramiro hizo algo peor.
    
    β€” Abrí bien los ojos, putita β€” ordenó, forzándola a mirar hacia un espejo pequeño que colgaba de la lona de la carpa.
    
    Lo que vio la paralizó.
    
    Su reflejo mostraba una ...