1. Mi sobrino es un salvaje


    Fecha: 08/09/2025, Categorías: Incesto Autor: Princesa cruel, Fuente: TodoRelatos

    ... escritura, y, por algún motivo, eso lo excusaba de tener que trabajar en horarios como el resto de los mortales.
    
    Estábamos en la cocina, yo medio dormida, revolviendo un café. Se me acercó y me dio un beso en el cuello.
    
    —Qué linda estás hoy —me dijo.
    
    No era que estuviera especialmente arreglada, pero me gusta cuidarme. Tenía el pelo negro recogido en un rodete medio desprolijo, con mechones sueltos que me caían sobre la cara y el flequillo que siempre me queda torcido. Mi piel es blanca, de esas que se marcan con nada, y los labios carnosos que no necesitan maquillaje para resaltar. Ojos marrones, cuerpo esbelto, chiquito. Muy chiquito. Mido apenas 1,55. A veces eso me hace sentir frágil, pero por suerte él tampoco era un gigante, con su 1,65 apenas me sobrepasaba. Igual, no es que no me gustara sentirme frágil de vez en cuando.
    
    —Se murió Juan Carlos —largó de golpe.
    
    —¿Juan Carlos? —pregunté, parpadeando como si tratara de ubicar a quién corno me hablaba.
    
    —Mi primo —aclaró.
    
    —Ah, cierto... —le dije, acordándome de esas historias de su infancia que me había contado varias veces—. Pobrecito.
    
    Me paré y lo abracé. Lo besé en la mejilla y él me agarró de la cintura, apretándome con esa fragilidad suya que me enternecía. Fabricio es muy sensible, y eso fue algo que me ayudó a perdonarlo. Recuerdo que cuando me pidió disculpas por su infidelidad me dijo que lo había hecho por miedo. Miedo a que yo lo engañara primero y él no pudiera soportarlo. Que si él ...
    ... lo hacía antes, sería más fácil... Una idiotez monumental, pero de algún modo, su patetismo me ablandó.
    
    —¿Qué le pasó? —pregunté.
    
    —Un ACV —respondió, bajando la mirada.
    
    —Lo siento mucho —le dije, mientras lo seguía abrazando—. ¿Vos cómo estás?
    
    —Bien... qué sé yo —respondió, con la voz quebrada—. Hace mucho que no lo veía.
    
    Lo abracé más fuerte, sintiendo su cuerpo contra el mío. Me pregunté si iba a querer que lo consuele con sexo. Fabricio era así: cuando algo lo golpeaba, buscaba refugiarse en mi piel, como si mi cuerpo fuera un lugar seguro. Y a mí muchas veces me gustaba eso de ser su refugio.
    
    Él deslizó lentamente la mano hacia mi trasero, apretándolo con suavidad, y eso me lo confirmó: sí, quería que lo aliviara con un polvo.
    
    —Tranquilo —susurré—. Yo voy a hacer que te relajes.
    
    llevé mi mano hacia su entrepierna.
    
    A través del pantalón sentí su bulto apenas despierto. Me gustaba esa sensación de poder, saber que con un toque podía transformarlo. Bajé el cierre con calma, mientras él me miraba en silencio, triste, pero caliente.
    
    Me puse de rodillas frente a él. Lo miré desde abajo, con mi pelo suelto cayendo sobre mi cara, y sonreí.
    
    Fabricio me devolvió la sonrisa, su barba frondosa bien recortada, el pelo corto y los anteojos de marcos negros que lo hacían parecer un intelectual frágil. Era lindo de una forma tranquila, diferente de la mayoría de los hombres con los que había estado. Tal vez por eso habíamos durado tanto.
    
    Le bajé el ...
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