El Juego Oscuro del Tabú - Parte 1
Fecha: 08/09/2025,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: LaDiablita, Fuente: TodoRelatos
El aire en la oficina era denso, cargado con el aroma a libros viejos, café fuerte y algo más… algo prohibido. Astrid, con su cabello castaño oscuro rojizo cayendo como una cascada sedosa sobre sus hombros desnudos, se movía sobre el regazo del profesor Erik, su cuerpo proporcional y suave ajustándose a cada embestida de él. Sus ojos claros, de un cristalino casi dorado, se entrecerraban mientras jadeaba, las uñas clavándose en los músculos tensos de sus brazos.
—No pares…— susurró, la voz temblorosa, mientras sus caderas giraban en círculos lentos, sintiendo cómo él la llenaba por completo.
Erik, alto como un dios nórdico, con el cabello rubio ceniza y una barba corta que rozaba su clavícula al inclinarse, gruñó y la tomó de la cintura, levantándola y bajándola con fuerza sobre su miembro.
—Te gusta que te use así, ¿verdad, Astrid?— Su voz era áspera, dominante, mientras una mano se enredaba en su pelo, tirando ligeramente para exponer su cuello.
Ella arqueó la espalda, los pechos pequeños pero firmes temblando con cada movimiento, los pezones erectos rozando su camisa abierta.
—Sí… siempre— gemía, perdida en la sensación de ser poseída por él, de saber que, a pesar de ser su profesor, en ese momento solo era un hombre desesperado por ella.
La mesa crujió cuando Erik la empujó contra ella, doblando su cuerpo sobre la superficie fría. Astrid sintió sus manos recorrer sus muslos, separándolos más, antes de entrar en ella de nuevo, esta vez más rápido, más ...
... duro.
—Mírame— ordenó él, y cuando sus ojos se encontraron, Astrid sintió que se derretía. Erik no era solo un amante experto, era adictivo. Cada mirada, cada palabra, cada roce de sus labios sobre su piel la enloquecía.
—Vas a venir para mí— murmuró contra su boca, y ella asintió, incapaz de negarlo.
Y así fue. Con un grito ahogado, Astrid se dejó llevar, las contracciones de su interior apretándolo como un guante, mientras él seguía moviéndose, prolongando su placer hasta que, con un gruñido ronco, él también cayó, derramándose dentro de ella.
Pasaron minutos antes de que alguno de los dos pudiera hablar. Astrid, todavía jadeando, se incorporó y buscó su ropa esparcida por el suelo. Erik la observó, los ojos azules brillando con satisfacción.
—No te vayas todavía— dijo, acariciando su muslo.
—Tengo que irme… mi roommate debe estar preguntándose dónde estoy— respondió ella, aunque su cuerpo parecía reluctante a separarse de él.
Él la atrajo para un beso profundo, lento, como si quisiera memorizar el sabor de sus labios.
—Mañana— prometió, y Astrid asintió, sonrojada pero feliz.
El departamento estaba en silencio cuando llegó. Su roommate, Laura, probablemente estaba en la biblioteca. Astrid se dirigió directo al baño, necesitando lavarse, aunque parte de ella quería conservar el olor a Erik en su piel un poco más.
El agua caliente corrió por su cuerpo, limpiando los rastros de su encuentro, pero no el calor que aún ardía en su vientre. Cuando ...