El Juego Oscuro del Tabú - Parte 1
Fecha: 08/09/2025,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: LaDiablita, Fuente: TodoRelatos
... salió, envuelta solo en una toalla, el sonido de su teléfono la sobresaltó. Un mensaje. De un número desconocido.
Con el pelo todavía goteando, lo abrió… y el corazón se le detuvo.
"¿Quieres que todos sepan que eres una puta?"
Debajo, una foto. Ella. De rodillas en la oficina de Erik, la boca alrededor de su miembro, los ojos cerrados en éxtasis.
Astrid dejó caer el teléfono, las manos temblorosas. ¿Quién…? ¿Cómo…?
El pánico la inundó. Alguien sabía. Alguien los había visto.
Y ahora, ese alguien tenía el poder de destruirlos a ambos.
Las manos de Astrid temblaban mientras escribía, los dedos resbalando sobre la pantalla del teléfono, el corazón golpeándole las costillas como si quisiera escapar.
—¿Quién eres?— envió, la voz atrapada en su garganta, los ojos clavados en la imagen que la condenaba.
No hubo respuesta inmediata, solo esos tres puntos que bailaban en la pantalla, burlones, mientras el aire en su habitación se volvía irrespirable. El teléfono vibró.
—No importa quién soy. Desde ahora me perteneces, o tu secreto se sabrá.
Astrid tragó saliva, las piernas flojas. ¿Erik? ¿Algún estudiante? ¿Un desconocido que los había espiado? No podía saberlo, pero las palabras quemaban como hierro al rojo vivo.
—¿Qué quieres?— escribió, los dedos fríos.
La respuesta llegó rápido, seca, innegociable.
—Ponte un bikini en la parte de arriba y un short corto. Sal a la calle. Que todos vean qué putita eres.
Astrid cerró los ojos, la ...
... vergüenza y el miedo mezclándose en su pecho. No era tan descabellado, se repitió. No era como si le pidieran que se desnudara… todavía. Con manos torpes, buscó en su cajón, sacando un bikini celeste, las tiras finas, la tela apenas suficiente para cubrir sus pechos pequeños pero firmes. El short de jean, desgastado, tan corto que las curvas de sus nalgas asomaban con cada movimiento.
Se miró en el espejo, el rubor subiéndole por el cuello.
—Esto no es tan malo— murmuró, pero su reflejo no la convencía.
El teléfono vibró de nuevo.
—¿Ya saliste?
Astrid respiró hondo, abrió la puerta de su departamento, el aire de la noche rozando su piel expuesta.
—Sí— escribió, sintiendo cómo cada paso la acercaba a la mirada de los demás.
Las luces de la calle la bañaban, y aunque no había mucha gente, cada persona que pasaba le ardía en la piel como un juicio. Un grupo de chicos en una esquina silbó, uno de ellos lanzó un comentario soez. Astrid apretó los dientes, las manos temblando, pero siguió caminando.
El teléfono vibró.
—Mándame un video. Caminando.
Ella maldijo en silencio, pero obedeció. Activó la cámara, grabándose desde el cuello hacia abajo, capturando cómo sus pechos se movían levemente bajo el bikini, cómo el short se le ajustaba con cada paso, revelando más de lo que escondía. Lo envió.
La respuesta fue inmediata.
—Bien. Ahora dime… ¿Te gusta que te miren?
Astrid sintió un escalofrío, pero también… algo más. Algo caliente, prohibido, que se ...