El Juego Oscuro del Tabú - Parte 1
Fecha: 08/09/2025,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: LaDiablita, Fuente: TodoRelatos
... arrastraba desde su vientre.
—No— mintió.
El extorsionador no le creyó.
—Miente otra vez y subo la foto a todas tus redes.
Ella tragó saliva.
—Sí… un poco— admitió, la vergüenza quemándole las mejillas.
El teléfono vibró de nuevo, pero esta vez no era un mensaje. Era una llamada.
Astrid contuvo el aire, el pulso acelerado. ¿Contestar? ¿Ignorarlo?
Antes de que pudiera decidir, el timbre se detuvo. Un nuevo mensaje apareció.
—Mañana. Te espero en el parque a las 9. Ven como estás ahora… o sufres las consecuencias.
Astrid miró alrededor, como si el extorsionador pudiera estar allí, observándola, disfrutando de su sumisión. Pero solo estaba la noche, las luces, y el peso de su secreto, cada vez más pesado.
Regresó a su departamento, las piernas débiles, la mente nublada. ¿Hasta dónde llegaría esto? ¿Hasta dónde estaba dispuesta a llegar para proteger su secreto?
Y, lo más aterrador… ¿en qué se estaba convirtiendo?
La mañana estaba fresca, el sol filtrándose entre las hojas de los árboles del parque como si dudara en iluminar lo que estaba a punto de ocurrir. Astrid caminaba con pasos cortos, el short de jean ajustándose peligrosamente con cada movimiento, la tela del bikini celeste rozando sus pezones ya medio erectos, tanto por el frío como por el nudo de excitación y terror que llevaba en el estómago desde que había recibido la última orden.
—¿Qué mierda estoy haciendo?— musitó para sí misma, los dedos apretando el teléfono como si ...
... fuera un salvavidas.
Pero no había vuelta atrás. La foto era real. Las amenazas, también. Y aunque una parte de ella se rebelaba, otra… otra se estremecía ante la idea de ser forzada a esto, de no tener elección.
El parque estaba casi vacío a esta hora, solo algunas madres con niños pequeños en el área de juegos, un par de corredores pasando a lo lejos. Astrid respiró hondo, tratando de calmar el latido furioso de su corazón.
El teléfono vibró.
—Ve donde están las flores violetas. Ponte de rodillas y espera órdenes.
Ella miró alrededor hasta encontrar el pequeño jardín de flores violetas, cerca de un banco solitario. Sin dudar, se acercó y, con un último vistazo a su alrededor, se arrodilló. La hierba húmeda le mojó las rodillas al instante, pero ella apenas lo notó.
—Por favor, que no haya nadie…— susurró, los ojos escudriñando el parque.
Durante unos minutos, nada. Solo el canto de los pájaros, el murmullo del viento. Astrid comenzaba a relajarse cuando, de pronto, unos pasos lentos se acercaron.
Un anciano, vestido con un traje gris pulcro, canas plateadas peinadas con cuidado, ojos oscuros que brillaban con una mezcla de nostalgia y curiosidad, se detuvo frente a ella.
—Buenos días— dijo, su voz grave pero amable.
Astrid se tensó, pero intentó sonreír.
—Buenos días— respondió, tratando de que su voz no sonara quebrada.
El anciano miró las flores, luego a ella, arqueando una ceja.
—Qué raro que haya otra persona aquí— comentó, casi para ...