1. El círculo. Cap.33. Las cosas que no queremos ver


    Fecha: 11/09/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Ixchel Diaz M, Fuente: TodoRelatos

    La casa de Tlalpan estaba sumida en una calma falsa. Afuera, el viento levantaba hojas secas y algún perro ladraba a lo lejos. Adentro, el silencio tenía filo, como una cuerda tensa a punto de romperse.
    
    Desde la cocina, Miriam observaba a Julio con una atención que rozaba lo obsesivo. Él estaba en el comedor, inclinado sobre su celular, con el ceño fruncido y los hombros encogidos como si cada mensaje que leía le apretara la nuca. A veces se pasaba la lengua por los labios secos, otras veces se rascaba el cuello, nervioso. La pantalla de su celular titilaba con notificaciones que él borraba antes de que alguien más pudiera leerlas.
    
    Miriam no necesitaba más pruebas. Pero las tenía. Las tenía todas.
    
    Respiró hondo, con el cuerpo tensado como una trampa. Abrió el cajón donde había escondido la USB. La sacó. El plástico estaba tibio. Caminó hacia el cuarto de Ximena con pasos lentos, como si cada uno le costara una parte del alma.
    
    Golpeó dos veces.
    
    —¿Xime? —dijo, sin suavidad, sin rodeos.
    
    La puerta se abrió medio segundo después, como si Ximena ya supiera que venía. Llevaba una sudadera de Julio, sin maquillaje, el pelo recogido en un chongo torcido. Pero su mirada era afilada, defensiva, como la de un animal que ya ha sido acorralado una vez.
    
    —¿Qué quieres? —preguntó con un tono plano.
    
    Miriam levantó la mano, mostrando la USB.
    
    —Necesito hablar contigo. Es sobre Julio.
    
    Ximena soltó un suspiro. Se cruzó de brazos.
    
    —Otra vez...
    
    —Escúchame, por ...
    ... favor. No es lo que tú crees. No es solo lo del cristal.
    
    La palabracristal cayó como un golpe de martillo en medio del pasillo. Ximena apretó la mandíbula.
    
    —Ya hablamos de eso. Ya te dije que está limpio. Va a terapia. Está yendo a juntas. ¿Qué más quieres? ¿Que lo crucifique?
    
    —No quiero que lo crucifiques —susurró Miriam—. Quiero que veas lo que yo vi.
    
    Entraron a la habitación. Miriam conectó la USB a la laptop de Ximena. Mientras cargaba los archivos, habló:
    
    —Él dejó la sesión abierta en tu compu el otro día. Supuse que solo era porno. No te voy a mentir, lo abrí. Por celos, por impulso, por coraje, no sé. Y encontré carpetas ocultas. Directorios con contraseñas. Tuve que forzar el acceso.
    
    El escritorio digital se iluminó con una lista de carpetas. Una decía "Jardín". Otra, "Colección personal". Miriam abrió una.
    
    Las imágenes aparecieron una a una, como puñaladas.
    
    Niñas. Algunas desnudas. Algunas llorando. Algunas borrosas, como capturas de video de baja calidad. Archivos comprimidos. Videos con nombres comoMariposa02.mp4.
    
    Ximena parpadeó.
    
    —Esto no es de él. No puede ser de él.
    
    —Es su cuenta. El rastro va hasta su celular. Lo tengo todo. Los foros. Los usuarios. Hay conversaciones con otros. Gente que intercambia este tipo de cosas. Julio no solo consume esto, Xime… lo busca.
    
    La laptop cerró de golpe. Ximena la había empujado.
    
    —¡No! ¡No! —gritó—. ¡Estás enferma! ¡Estás manipulando todo esto!
    
    —¡No estoy manipulando nada!
    
    —¡Claro que ...
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