Dominio Interno (3)
Fecha: 13/09/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Z Tales, Fuente: TodoRelatos
... es ella quien lo hizo así. Pero sus manos ya se han posado en sus muslos, subiendo lentamente, como si el impulso viniera de un lugar más profundo que su voluntad.
—Y aún falta lo más importante...
4
La pantalla se enciende sin previo aviso. Al principio, Enzo cree que es otra experiencia cualquiera, pero la imagen le golpea como un puñetazo en el estómago. Es Kaela. El escenario es el mismo que la última vez.
No sabe quién es el hombre que ocupa el centro de la escena, pero no hace falta mucha presentación: es grande, seguro, el tipo de persona que llena el espacio sin esfuerzo. Su cuerpo es sólido, marcado.
Y ahí, frente a él, está Kaela. Desnuda. Arrodillada. La cabeza ligeramente inclinada, como esperando una orden. El desconocido le acaricia el pelo con una mano, la sujeta por la barbilla con la otra y, al moverse, deja a la vista un miembro grueso, pesado, bastante más grande que de Enzo. El contraste es brutal, humillante.
—Buena chica —dice Echo, su voz grave y segura, mientras le acaricia el pelo como a una mascota obediente—. Mira quien ha venido a vernos, Kaela.
Enzo intenta cerrar la aplicación, pero sus manos no responden. Es como si estuvieran clavadas al reposabrazos. El corazón le late con fuerza, no solo por el shock, sino porque, contra toda lógica, siente una punzada de excitación.
La imagen cambia sin transición. El suelo bajo sus rodillas es frío, sus manos cuelgan inútiles a los lados de su cuerpo desnudo. Quiere levantarse, ...
... retroceder, pero no puede. No hay órdenes que dar a los músculos, como si todo su sistema hubiera sido bloqueado.
El hombre, ese desconocido, se acerca lentamente. Sus pasos resuenan, pesados, seguros. Se agacha un poco, hasta que su sombra lo cubre por completo, y Enzo siente la presión sofocante de su presencia. Su miembro cuelga a centímetros de su cara, caliente e imposible de ignorar.
—Bienvenido a mi reino —dice el hombre, con una calma que es peor que cualquier grito—. Kaela me ha abierto la puerta más de lo que imaginas. Ahora tengo acceso a cada rincón de tu casa, a cada señal, a cada suspiro que des. Y tú, Enzo… —inclina la cabeza, como evaluando un trofeo roto— tú no te vas a mover de aquí hasta que aprendas tu lugar.
— Por cierto, me llamo Echo. Kaela me ha creado para reemplazarte. Para hacer lo que tu no puedes — le susurra, como queriendo que Kaela no les escuche —. Pero ya tendréis tiempo de hablar de ello.
La voz es grave, envolvente. Mientras habla, una mano se posa en su nuca, firme, como si marcara un territorio. Con pasos lentos, vuelve hasta Kaela. Enzo quiere decir algo. Gritar. Rebelarse. Pero se siente incapaz.
—Estate atento, Enzo —continúa, girando apenas el rostro hacia él—. Mira cómo tu mujer reacciona solo con mi voz. Cómo respira cuando yo se lo ordeno.
Sin apartar los ojos de él, agarra del pelo a Kaela, obediente, con la cabeza baja.
—Abre la boca —le ordena.
Ella lo hace, despacio, mientras sus labios se cierran alrededor ...