1. Mi hijastra se hizo puta para mí (parte 1)


    Fecha: 14/09/2025, Categorías: Incesto Autor: Montes Federico, Fuente: CuentoRelatos

    Conocí a Esther, mi pareja, en una convención en Mar del Plata. Ella era cordobesa y yo porteño, por lo cual había pocas chances de encontrarnos, pero sucedió. La conexión fue inmediata y los tres días del evento lo pasamos en mi pieza de hotel, salvo las reuniones imposibles de evitar. Vino a Buenos aires y se quedó en mi casa quince días, tres meses después de conocernos. En el verano pasamos unas vacaciones juntos de una semana en San Luis. Los dos estábamos con ganas de más. Ella tenía la oportunidad de pedir el traslado a la sede de Escobar y yo estaba con ganas de mudarme de mi casa en Maswichtz, Escobar me quedaba perfecto.
    
    Todo eso dio como resultado que un año después de conocernos nos fuéramos a vivir juntos a Loma Verde. Hicimos una fiesta de “juntada” con amigos de los dos en un restaurante de El Cazador y allí conocí por primera vez a Giselle, la hija de Esther. Una rubia beldad de 18 años, extrovertida y alegre que había estado terminando sus estudios en Princeton donde vivía el padre. Era muy linda pero, sobre todo, desbordaba sensualidad. Todos los varones de la reunión se le pegaron como moscas. Esther me pidió que la rescate y, de paso, la conozca. Eso hice, llevándomela al parque para hablar tranquilos.
    
    -“No tuve la ocasión de conocerte ni vos a mí, por eso ahora aprovecho a preguntarte, aunque sea un poco tarde. ¿Qué opinión tenés de la unión entre tu mamá y yo y de venirte a vivir con nosotros?”.
    
    -“Sobre lo primero, es un asunto de mi vieja. ...
    ... Después de todo es ella la que se va a acostar con vos y aguantarte. Sobre lo segundo, tenemos que ver que pasa. Espero que nos llevemos bien, me pareces muy piola, mucho más de lo que esperaba. Pero no te preocupes por algo que ni sabes que va a pasar. Lo único que puedo decirte es que me parece que vos y yo nos vamos a llevar bárbaro. Como te lleves con mi vieja, es otro asunto”.
    
    Me pareció re piola, canchera, desinhibida y tal como dijo, nos llevamos bien de entrada. La vida en común nos permitió ir forjando una relación de más confianza y empatía, se hizo muy compinche conmigo, me consultaba todo (mucho más que a la madre). A veces parecía tener una excesiva confianza, me contaba sus cuestiones más íntimas sin tapujos ni reparos.
    
    Como parte de su forma extrovertida y suelta, se paseaba en ropa interior o con remeras sin nada abajo dejando ver sus esculturales formas. Es más, una vez entré en el baño y ella estaba desnuda, secándose después de la ducha y no intento ni el mínimo movimiento de taparse. La reté por no trabar la puerta y ella solo soltó una carcajada mientras me iba. Incluso me pareció que cuando venía con algún pibe hacía ostentación de sus mimos delante de mí, pero lo atribuí a su forma de ser. ¿O trataba de calentarme?
    
    No lo sé, ni tuve tiempo de averiguarlo. El trabajo se puso más exigente obligándome a viajar seguido y la convivencia con la madre se puso cada vez más tensa e insoportable. Al año y medio tuvimos una violenta discusión (por suerte Gise ...
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