La mujer de mi hijo (4)
Fecha: 15/09/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos
Capítulo 4
Fui con mi auto rumbo a un lugar desconocido. Sabía que Michelle vivía en Palermo, pero nunca supe en dónde. Ni siquiera esa vez que intimamos me había dejado llegar hasta ahí. Le mandé un mensaje directo. Le pregunté: "¿dónde estás?" Conduje nervioso a la ciudad, entrando a Capital Federal, dejando atrás el gris suburbano del conurbano profundo. Las luces se multiplicaban, cada semáforo parecía eterno, como si la ciudad estuviera jugando con mi ansiedad.
Mucho después de que yo le escribiera, me respondió: “¿Para qué querés saber?”. “Quiero hablar con vos”, le dije. “¿Por qué?”, me preguntó. "No quiero que hagas una tontería", le puse.
Tobías había sido un imbécil, sin duda. Pero no por haber besado a esa chica, sino por habérselo contado a Michelle. Pero tampoco merecía que su novia le devolviera con algo mucho más duro. No podía evitar pensar que yo, el padre, estaba ahí tratando de evitar que la herida se abriera más... cuando en el fondo también tenía una mano en la herida.
“Ya salí de mi casa y estoy en camino a Palermo”, le escribí. “Decime dónde estás”.
Para mi sorpresa, ya cuando estaba a un par de kilómetros del barrio, ella me mandó una dirección. Me dijo: "Esperame en la esquina". Evidentemente no era su casa. De hecho, no la vi salir de ningún edificio. La vi caminando desde la cuadra de enfrente. Llevaba una pollerita tableada, cortísima, que la dejaría expuesta con una brisa fuerte. Un top blanco, apretado, que dejaba al descubierto ...
... su abdomen liso, y una camperita de cuero negra, corta. El pelo suelto, revuelto, bailando con el viento cálido de la noche porteña. Estaba perfectamente maquillada, parecía una invención de una inteligencia artificial de lo perfecta que era. Y caminaba con esa seguridad que tienen las mujeres que saben que todos los ojos están sobre ellas.
Le toqué la bocina. Ella giró, reconoció el auto enseguida y se subió al asiento del acompañante. Al cerrar la puerta, me miró con una media sonrisa y dijo:
—Este auto me gusta más que el que tenías antes.
Claramente se refería a aquel en el que me había chupado la pija. No dije nada al respecto. Solo me acomodé en el asiento, prendí el aire, y la miré de reojo.
—¿Qué querías? —me dijo seca, directa—. ¿Te contó Tobías lo que pasó?
—Sí —respondí.
—¿Y? Es cosa nuestra —agregó.
—Sí, es verdad—reconocí—. Pero… mirá, yo sé que él cometió un error. Pero también tenés que tener en cuenta contexto.
—¿Qué contexto? —me preguntó.
—Bueno, estaba borracho —le dije—. Y además, la chica se le tiró encima y lo besó. Fue solo un beso. Ojo, no digo que esté bien o que tengas que perdonarlo así nomás. Pero tampoco quiero que hagas algo peor de lo que él te hizo.
—¿Algo como cogerme a alguien? —me tiró de una, sin anestesia. Y enseguida me clavó la mirada—. ¿Qué? ¿Me ves vestida así y pensás que me voy a acostar con alguien?
La miré de reojo. Vi sus tetas erguidas, redondas, marcadas por la tela del top, sus piernas largas, ...