1. La mujer de mi hijo (4)


    Fecha: 15/09/2025, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... lado—. Quiero bajar, quiero irme.
    
    —¿De verdad lo vas a hacer? —le pregunté, con el corazón latiéndome fuerte en el pecho.
    
    —Sí. Me voy a coger a mi profesor.
    
    Me ardieron los oídos. Me mordí la lengua para no putearla. Pero no pude evitar seguir insistiendo. No entendía qué era lo que me retenía ahí. O más bien lo sabía, pero no lo quería admitir. Lo mejor sería que se fuera con ese profesor y listo. Que se lo cogiera y que Tobi se enterara. Así, nos sacaríamos de encima a esa mina que solo había aparecido para arruinar todo. Pero no podía hacerlo.
    
    —Vas a lastimar a Tobi al pedo.
    
    —Tobi me lastimó a mí.
    
    Estaba encaprichada con irse, o eso parecía. De repente, me di cuenta de algo. ¿Por qué se quedaba ahí? ¿Por qué había ido a verme? No tenía ninguna obligación de hacerlo. De hecho, lo más práctico para ella hubiera sido ignorarme. Mucho más si de verdad ya había tomado una decisión.
    
    —Me voy —murmuró.
    
    Tardó un instante en girar para abrir la puerta. Un instante. Lo que yo sentí como una señal. Como si, en el fondo, ella quisiera que la retuviera.
    
    Entonces, instintivamente, estiré la mano y la agarré del brazo.
    
    —No te vayas —le dije.
    
    —¿Por qué? —me dijo, girando apenas el rostro, sin soltarse.
    
    —No quiero que te cojas a ese tipo.
    
    —¿No querés? —me preguntó, levantando una ceja, entre irónica y provocadora.
    
    Y no aguanté más.
    
    Me le tiré encima. Le agarré la cara con las dos manos y la besé como si hubiera estado esperando toda mi vida para ...
    ... hacerlo. Y en parte era así. Fue un beso desesperado, lleno de bronca, de deseo, de todas las veces que me la imaginé desnuda y jadeando debajo mío.
    
    Ella respondió al instante. Abrió su boca, y nuestras lenguas se buscaron con furia. Era un beso de película porno, mojado, ruidoso, sucio. Sentí sus tetas aplastándose contra mi torso. Me ardía la verga, se me paró con una rapidez animal.
    
    Le metí una mano dentro de la pollerita. Y subí, le agarré el culo con fuerza. Cuando los dedos se metieron más en la profundidad de su orto, sentí la precaria tela que la cubría.
    
    Ella me tiró del cuello de la camisa, me atrajo más, como si quisiera que me metiera entero en su boca. Estábamos perdidos. No había ni un atisbo de resistencia. Era pura calentura.
    
    Gemía contra mi lengua. La respiración se nos mezclaba. Tenía el maquillaje un poco corrido, los labios hinchados de tanto beso, y me miraba con esa carita que mezclaba inocencia y lujuria como nadie.
    
    —Esto está mal… —dijo en un suspiro.
    
    —Lo sé —le respondí, con la frente apoyada en la suya, sin dejar de acariciarle el culo.
    
    —Pero me calienta tanto… —dijo, bajito, mordiéndose el labio.
    
    Nos volvimos a besar. Ahora más lento, más profundo. Mis manos subieron por su espalda, y sentí cada huesito de su columna mientras la pegaba más a mí. La ciudad seguía girando allá afuera, las luces, los autos, las personas. Pero ahí adentro éramos solo nosotros. Una bomba de tiempo a punto de estallar.
    
    Cuando nos separamos, ella ...
«1234...10»