1. Todo comenzó con un beso 7


    Fecha: 17/09/2025, Categorías: Incesto Autor: Mandarina, Fuente: TodoRelatos

    Después de mi encuentro con Sebastián, no dormí. Ni un minuto. Me quedé tirada en la cama, con la blusa a medio quitar, el rostro pegado a la almohada y la entrepierna empapada por algo que nunca llegó. La sensación de tenerlo dentro, el gemido, el clímax... todo se había evaporado con una sola frase: "Hazte a la idea". Y yo no podía. No quería. Me había dejado tan al borde que hasta respirar me dolía. Cada parte de mi cuerpo gritaba por él. Por su boca. Por su verga. Y lo único que me había dado era un portazo y silencio.
    
    Por la mañana, me arrastré fuera del cuarto. Lo encontré en la cocina, desayunando como si nada. Ni un "buenos días", ni una mirada. Nada. Era como si yo no existiera. Como si la noche anterior no hubiera pasado. Lo intenté igual.
    
    —Sebastián—murmuré.
    
    Nada. Ni una puta palabra. Se levantó con el tazón en la mano, fue hasta el fregadero, lo enjuagó y se fue directo al segundo piso. Sin decirme una sola mierda.
    
    Y ahí fue cuando algo dentro de mí se rompió. No de dolor. De rabia.
    
    —Ah, perfecto. Me vas a ignorar. Genial—susurré con una sonrisa torcida, sintiendo cómo el veneno se me metía por la sangre.
    
    Tomé el teléfono, desbloqueé la pantalla y busqué su contacto. Mateo. El chico que había usado para olvidar a Sebastián una vez. Esta vez no era para olvidar. Era para castigar.
    
    "Hola. Me arrepentí. Si quieres, puedes venir esta noche a ver películas a mi casa. Trae una caja de condones. Hoy te voy a enseñar el cielo."
    
    Lo envié sin ...
    ... titubeos. Me quedé viendo la pantalla, y no pasaron ni treinta segundos antes de que llegara el "visto". Y luego, su respuesta:
    
    "Voy. Dime la hora."
    
    La sonrisa que se dibujó en mi cara no tenía ni rastro de ternura. Era afilada y más que nada, cruel.
    
    Fui directo a mi clóset. Ni tiempo me tomé de pensar. Agarré la blusa más escotada que tenía, una que dejaba ver casi toda la parte superior de mis tetas. Luego, el short más ridículo de todos, ese que parecía ropa interior con pretensiones. Y para rematar, me dejé el cabello suelto, me maquilé como puta barata y me perfumé el cuello, las tetas y el vientre bajo. Iba a brillar como un faro. No por Mateo. Por él. Porque esta vez, Sebastián me iba a escuchar gemir de verdad.
    
    La casa estaba silenciosa cuando Mateo tocó el timbre. Eran las 8:40 pm. Le abrí sin decir palabra. Su mirada se fue directo a mi escote, luego bajó por mis piernas, y su sonrisa fue la de un perro viendo carne cruda.
    
    —Wow. Estás...
    
    —Lo sé—lo interrumpí, girándome y dejándolo ver la curva de mi trasero con todo el descaro del mundo. Caminé lento, sabiendo que me seguía con la mirada.
    
    Pasamos directo a la sala. Puse cualquier cosa en la tele. Ni idea de qué. Me senté con las piernas cruzadas, el short tan corto que dejaba asomar parte de la nalga, y lo miré.
    
    —¿Trajiste lo que te pedí?
    
    Mateo sacó la caja de condones de su mochila y me la lanzó como si fuera una invitación.
    
    —Completa. Por si quieres repetir.
    
    —Perfecto—dije, y me acerqué a ...
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