El desafío - Relatos Eróticos

El desafío

... zombies. A la final, con un par de pucheros, ojitos y mimos, ganaron los zombies.

¿Fútbol? No. Ver fútbol los calentaba. Equivalía para ellos lo que para otras parejas ver una película. Las películas se las terminaban, los partidos de fútbol no.

¿Una peli porno? Sugirió María pícara.

Ni siquiera responderé a eso. Dijo Antonio.

La música por supuesto que no faltaría, pero ¿escuchar música? ¿cantar? ¿bailar? Posiblemente las tres. Antonio no era mucho de canto o baile. Pero María adoraba escucharlo cantar. Y si él bailaba flamenco, estaría perdida. Por su parte, si María le bailaba, él estaría perdido.

¿Videojuegos? Preguntó él.

No lo sé. ¿Mejor juegos de mesa? Respondió ella.

¿Coloreamos mándalas? Propuso ella.

Umm… Él meditó unos segundos. No, mejor hacemos eso el domingo por la tarde o el próximo fin de semana ¿No crees?

Luego de elaborada la lista de actividades, se hicieron papelitos y se metieron en un sombrero que se guardó en un escaparate hasta el día siguiente.

Cuando terminaron era ya de noche. Cenaron. Antonio se sentó en un sillón y prendió la televisión para ver noticias en un canal nacional.

Entre tanto María se dio una ducha larga. Al salir, se secó con cuidado, se aplicó una crema corporal con un perfume suave. No se puso ropa interior, solo una bata negra de satín.

Fue a buscarlo. Por 24 horas no lo tendría dentro, así que necesitaba llenarse de él antes.

La luz de la sala estaba apagada. Caminó hacia él, silenciosa. Se ...

... puso delante del sillón y lo miró. Él estiró el brazo con el control remoto apuntando hacia el televisor y lo apagó. Ella tomó su mano y lo llevó a la habitación, también a oscuras.

Al entrar, lo llevó contra la pared y lo desnudó con lentitud. Le quitó la camiseta descubriendo su torso. Luego la pantaloneta. Y, por último, el bóxer. Antonio intentó deshacer el nudo de la bata de ella, pero recibió una palmada en las manos.

Rio.

-¡Vaya! Dijo

Ella llevó el dedo índice a su boca pidiéndole silencio.

Los ojos de él brillaron. Ella quería tener el control.

Lo tomó de la mano nuevamente y lo llevó a la cama.

La anticipación del recorrido que ella solía hacer con sus dedos no tardaría en mostrar su efecto en la entrepierna de él.

Pero esta vez ella empleó toda su mano y lo hizo más lento que de costumbre. Le acarició el cabello, la línea de su barba, las mejillas, los labios; lo que él aprovechó para besarle la mano. Ella tomó las manos de él entre las suyas, acarició sus dedos, los besó, los metió en su boca lamiéndolos con mimo… cerrando los ojos por momentos y mirándolo en silencio en otros. Besó y lamió sus muñecas y la cara interna de sus antebrazos produciéndole una sensación exquisita.

Bajó a su torso. Observó sus hombros anchos, sus músculos definidos, pero sin exageración, su vello corporal en la cantidad justa. Ese hombre le encantaba. Se inclinó y besó ese pecho viril, masculino, perfecto. Respiró su olor. Se impregnó de él porque dentro de unas ...