Pausa matrimonial = despertar sexual - Relatos Eróticos

Pausa matrimonial = despertar sexual

... ha servido para ejercerla. Lloro en la cama hasta que me duermo. Por la mañana, me levanto temprano para reiniciar el viaje. Tras una breve parada en Sevilla para beber y estirar las piernas, alcanzo mi destino gaditano.

La urbanización está a cinco minutos andando de la Playa de La Ballena. Cuatro pareados y un bloque de veinte apartamentos con gimnasio y piscinas. Compramos el último pareado hace un año. Apenas lo hemos disfrutado como pareja; no hay fotos personales. Dos dormitorios, terraza trasera, cocina-salón y zona de invitados en el piso de arriba. Ventilo mientras deshago las maletas. Voy a la habitación que quedó sin amueblar y usábamos de trastero. Planeo convertirla en un área de lectura con salida al jardín.

Me adapto mejor de lo que creía a la soledad. Me hago cortar el pelo hasta dejarlo en una melena ondulada hasta el mentón y me aclaro un poco más el tinte rubio. Elijo muebles para mi nuevo despachito y vuelvo a la idea que lleva meses en mi cabeza: crear un canal online de repostería saludable. La pastelería y la decoración son mis pasiones. Como dietista, quizás pueda hacerme un hueco dando consejos para sustituir ingredientes o ayudar a personas diabéticas o intolerantes a disfrutar de un dulce. Lleno la despensa, leo, duermo mucho. Por fin, experimento algo de paz interior. Pongo a punto mi portátil, que llevaba un año apagado: un descarte de la oficina de mi marido porque, al ser para mí, no merecía la pena gastar en uno nuevo. Grabo los ...

... vídeos de presentación y mis primeras recetas: un brownie sin harinas refinadas y una merienda saludable para niños que no comen fruta. No tengo metas en este experimento. Solo quiero empezar a ser yo misma. Mientras preparo la cena, llaman a la puerta:

—¡Hola, Esther! Perdona que aparezca tan tarde. Me alegro de verte por aquí. ¿Y Manolo?

—No ha venido, Gaspar. Estamos… distanciados. Me quedaré yo sola todo el verano. ¿Quieres beber algo?

—¡Oh! Lo siento. —Hizo una pausa—. No te molestes, solo quería decirte que desde hace unos meses soy el presidente de la comunidad y tenemos actividades deportivas: aquagym, yoga, tenis y pádel. Cada vez más gente vive aquí todo el año y lo pedían en las reuniones de vecinos. Te dejo el folleto. —Me lo tiende.

—¡Qué interesante! ¿Habéis llegado a un acuerdo con algún gimnasio?

—Tenemos monitor privado en la urbanización. Las clases de yoga son por la mañana. Los deportes de raqueta, por la tarde. Pásate un día y pruebas. Respecto… a lo de Manolo… sabes que Noah y yo estamos aquí al lado. Si necesitas hablar, una copa, o simplemente compañía, sal de casa y echa nuestra puerta abajo. —Sonrió antes de apretar mi mano.

—Gracias. —Le di dos besos.

Ojeé el díptico mientras cenaba en un taburete de la isla de la cocina. Gaspar y yo conectamos enseguida. Lo admiraba en secreto. A sus 55 años, había desmontado una vida que le era ajena —matrimonio hetero y escándalo familiar mediante— para vivir con un atractivo alemán de 40. Esto ...