1. Pausa matrimonial = despertar sexual


    Fecha: 19/09/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Diosa Nix, Fuente: TodoRelatos

    ... desconcertaba a Manolo, siempre incómodo en su presencia. Gaspar era gay, pero su entorno lo condujo hacia el camino más doloroso: bien de dinero y prestigio; mal de todo lo demás. Fue el primer inquilino en de la urbanización y se había reciclado en editor de moda, inducido por Noah, dueño de una tienda de ropa masculina. Ser feliz no es difícil. Lo difícil es romper las ataduras que te impiden llegar a donde quieres.
    
    Antes de acostarme, abro de nuevo el portátil mientras tomo una taza de té en bragas: 50.000 visitas y subiendo. ¡En menos de seis horas! Me voy a la cama con una sonrisa en la boca.
    
    A la mañana siguiente me preparo para ir a la sesión de aquagym. Veo solo mujeres de más de 60. Me quito el vestido playero y voy a la piscina. Siempre he tenido buen cuerpo,1,75 algo rellenita, buenas tetas que volvían loco a mi marido en tiempos. Siguen en su sitio, más de una vez me han preguntado qué cirujano me las ha operado. Al rato llega un chico rubio, vestido con camiseta blanca y bañador azul. Pone música suave y empieza a indicarnos los ejercicios. Me parecen demasiado fáciles, entiendo que debe adaptarse a personas poco acostumbradas a la actividad física. Nos anima, nos mantiene activas sin dar caña. Parece tener experiencia. Cinco minutos antes de terminar, el monitor se quita la camiseta y se lanza al agua. Las alumnas lo jalean. Se me pasa el tiempo rápido, pero decido no repetir. Quizás pruebe el yoga. La piscina se va vaciando mientras él hace unos largos. ...
    ... Me dispongo a salir. Apoyo mal un pie en la escalerilla y resbalo de mal modo.
    
    —Joder… Diossssss… —grito al sentir un dolor intenso en el tobillo izquierdo.
    
    Apenas puedo moverme. Oigo el agua silbar a mi espalda y unos brazos me sujetan.
    
    —Tranquila… estoy detrás de usted. ¿Se ha lastimado?
    
    —El… el tobillo… —gimo en un hilo de voz, aterida de dolor.
    
    Sin saber cómo, me noto alzada en peso. Sube la escalerilla y me saca en brazos de la piscina. Me instala con cuidado sobre algo blando. El dolor espesa mis pensamientos. Abro los ojos y me encuentro con los iris más azules que he visto nunca. Quizás solo los de Paul Newman en una pantalla de cine. Su pelo rubísimo parece más oscuro al mojarse. No tiene vello en el pecho, parece un dios griego o algo así.
    
    —Tal vez sea una simple torcedura. Descanse. Hay que esperar un rato por si se inflama.
    
    —¿Acaso eres médico?
    
    —No. —Sonrió—. Pero el doble grado en Ciencias del Deporte y Fisioterapia ayuda. ¿Le duele… aquí? —preguntó, rozando mi tobillo.
    
    —Sí, sí, ¡A… auuu! —Me quejé—. Ha sido un resbalón tonto.
    
    —Esos son los peores. Voy a buscar una toalla y una crema calmante. No debe moverse hasta que esté mejor.
    
    Se va sin darme opción. Verlo secándose el cuerpo y los sobacos con su toalla me revolvió entera.
    
    —¿Me da permiso para secarle las piernas? La crema se absorberá mejor.
    
    —Por Dios, no me trates de usted. Llámame Esther. La toalla está en mi bolsa. Con esos brazos te doy permiso para que me rescates ...
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