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Intercambio entre hermanas - completo (cap. 07)
Fecha: 20/09/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Abel Santos, Fuente: TodoRelatos
... musiquilla de película antigua había empezado a sonar por los altavoces. —Para empezar… —dijo el cuervo—, voy a pedir que una señorita del público salga voluntariamente a este magnífico escenario para poder venerarla el resto de la velada. Nadie se inmutó. Ninguna de las presentes parecía querer ofrecerse voluntaria. En el profundo silencio que se había formado —ya no se oían ni las típicas toses—, el murmullo de mis vecinos de butaca me llamó la atención. —Por dios, Marisa —decía el hombre—. No te lo pienses… sal ya o se nos va a adelantar alguien. —Es que… —replicaba ella—. Es que no sé, Juan, no me siento con fuerza… —Vamos, mujer —insistía el calvo—, aquí pagan bien y necesitamos el dinero, hazlo por mí y por los niños, te lo ruego… La mujer cerró los ojos y bajó la cabeza. El cuervo repitió la petición de una voluntaria. —¿Quieres que me presente yo? —oí decir a Ana—. Tal vez sea un experimento de magia y nos divirtamos… ¿Qué te parece? Iba a responder que me parecía una locura, pero no me dio tiempo a hablar. El calvo había oído la frase de mi cuñada y por una fracción de segundo la miró con cara asesina. A la fracción siguiente, cogió a su mujer de una mano y se la levantó hacia arriba como impulsada por un resorte. Su esposa se tapaba la cara con la mano libre, en un acto de cubrirse la vergüenza que sentía. —Ni de coña —dije a destiempo—. Recuerda que se trata de un espectáculo supuestamente erótico… Y lo que hay en medio es una ...
... cama… —Ufff… —respondió Ana—. Tienes razón… La tal Marisa salió al escenario, más empujada por su marido que por iniciativa propia. Cuando se encontró allí sola, cerca de la mesa-cama y del cuervo, sostuvo la cabeza en alto en un acto de orgullo. El presentador habló con ella unos segundos y debió de preguntarle por sus datos, porque a continuación la presentó con solemnidad. El tipejo insistió hasta cansarse que ella era el centro de la velada, la auténtica protagonista y que el resto de los asistentes íbamos a adorarla, venerarla, amarla y no sé cuántas bobadas parecidas más. Me fijé en Marisa. Como ya he dicho, era una mujer de unos cuarenta años, bella a su manera, femenina, maquillada lo justo y con una ropa gastada pero que la embellecía aún más. Era una mujer que, pronto supe, no tendría que haber estado allí. Iba a ser el centro de las atrocidades que se cometerían en los siguientes minutos, horas incluso, como le debieron de parecer a ella. Marisa se sentó al borde de la mesa y empezó a desnudarse. Tragué saliva y Ana me apretó la mano con fuerza. Empezábamos a imaginarnos lo que allí se cocía y, las siguientes palabras del cuervo nos lo confirmaron. —Y, a continuación, solicitamos seis voluntarios de entre el público. Son admitidos cualesquiera de los asistentes, a excepción de la pareja de Marisa —hizo una pausa y continuó—. Quede claro, que de entre los seis, se seleccionarán a los cuatro que mejor se adecúen al espectáculo y los otros dos deberán volver a su ...