Las mujeres de mi familia (IV) - Relatos Eróticos

Las mujeres de mi familia (IV)

... de la tranca y los huevos. Yo simplemente me dejaba hacer hasta que no aguanté más y me corrí, provocando que ambas se asustaran. Tuve que explicarles que esa era la semilla con la que se hacían los bebés.

Tras mi orgasmo, tardaron segundos en decir que era su turno. Las dos se colocaron en la misma posición que estaba Uma la noche que las pillé. Descendí hasta colocarme entre las dos, a la altura de sus entrepiernas. Antes de comenzar, ya pude ver que el sexo de ambas estaba empapado. Comencé con un lametazo fuerte en cada rajita, para recoger sus jugos. Las dos temblaron de placer.

Fui alternando los coñitos. Procurando no dañarles el himen, les di placer oral, centrándome especialmente en sus clítoris. Aunque quería satisfacer a las dos, le dedicaba más rato a Uxue, se había convertido en mi debilidad. Aferrado a sus muslos absorbí eso que ellas llamaban puntito hasta provocarle un orgasmo que hizo que sus tetazas rebotaran descontroladas.

- Esto ya lo hacíamos entre nosotras. Quiero que me la metas. - Dijo Uma.

- Lo tienes prohibido hasta cumplir los dieciocho.

- ¿Ahora te importan las normas?

- Uma, somos hermanos.

- Eso con Olga no te importó.

- ¿Cómo lo sabes?

- Nosotras nos enteramos de todo, pero no nos vamos a chivar. - Dijo Uxue.

- Yo sí pienso hacerlo si no me da lo que quiero.

- ¿Estás segura?

- Sí, date prisa que tengo mucho calor en la vagina.

Podía insistir en que éramos hermanos, en lo joven que era ella o lo mucho que ...

... nos arriesgábamos a que nos pillaran, pero Uma era morena, pertenecía a la rama dura de la familia. Me coloqué sobre ella y volví a preguntarle. Estaba tan convencida que me la sujeté y se la metí sin darle más vueltas. Empujé hasta romperle el himen y ella apretó con fuerza la mano de su inseparable Uxue.

Haciendo caso omiso a sus quejidos de dolor, la penetré por completo y embestí en busca de mi propio placer. La calidez de su sangre envolvía mi miembro erecto, que seguía percutiendo en su interior. Uma estaba colorada, los pezones que adornaban sus diminutos pechos estaban duros como piedras, ella gemía cada vez que se los rozaba.

Uxue posó con delicadeza una mano sobre mi espalda mientras me follaba a su prima, un gesto cariñoso al que no estaba acostumbrado. Uma cerró sus piernas con fuerza alrededor de mi cintura, estaba llegando al orgasmo. Tras recibir ella el placer, pensé en parar, pero Uxue, queriendo estar cerca de la otra joven en ese momento, se acercó tanto que colocó sus enormes senos contra mí. Eso me puso tan cachondo que seguí empujando dentro de esa estrecha vagina hasta derramar mi semen en su interior.

- Uma, ¿cómo ha sido? - Le preguntó Uxue.

- Al principio doloroso, pero da mucho gustito. - Le respondió con una sonrisa.

- Si quieres que te lo haga a ti también...

- Mejor otro día. - Contestó mi prima.

Estaba convencido de que ese día nunca iba a llegar, pero me equivocaba. Después de varios días de total normalidad, se repitió una ...