1. La novia de mi padre


    Fecha: 27/09/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Adulto38, Fuente: CuentoRelatos

    ... seguridad. Y por dentro, yo sabía perfectamente lo que estaba por pasar.
    
    Me llevó directo a mi cuarto, entró primero, dejó la puerta apenas entornada —por si acaso— y me miró con esa expresión suya, mitad maestra, mitad dominante.
    
    —Sentate en la cama —me dijo, seca, sin dejar margen a dudas.
    
    Obedecí al instante. Me senté en el borde del colchón, con los codos en las rodillas, mirándola de arriba a abajo, como un alumno atento esperando instrucciones. Ella se quedó de pie frente a mí, y entonces empezó.
    
    Primero se sacó el top, despacio, dejando que mis ojos se empaparan de cada centímetro de piel que se iba revelando. El corpiño blanco se le ajustaba perfecto, marcando esas tetas redondas, firmes, que tantas veces había imaginado desnudas. Se lo desabrochó con una mano atrás y lo dejó caer al piso. Las tenía divinas. Pezones oscuros, duros, como esperándome.
    
    Luego bajó el pantalón deportivo, revelando una tanga finita, blanca también, que le cortaba justo entre las nalgas. Al inclinarse para sacarse el pantalón del todo, le vi el culo completo. Redondo, apretado, trabajado. Era más de lo que me había imaginado. Era una obra de arte.
    
    Se enderezó, ya solo en tanga, y me miró fijo.
    
    —¿Te gusta mi cuerpo, pendejo? —me soltó, desafiante.
    
    Yo apenas pude mover la cabeza en señal de que sí. Tenía un nudo en la garganta, no podía creer lo que estaba viviendo.
    
    —Levantate y sacate la ropa —ordenó.
    
    No dudé. Me paré frente a ella y me fui sacando todo como ...
    ... pude, con manos torpes por los nervios. La remera, el pantalón, el bóxer… todo al piso. Me quedé ahí, desnudo, sudando, temblando, con la pija parada, dura como una piedra, apuntando directo hacia ella.
    
    Ella me miraba como si me evaluara, como si estuviera decidiendo qué hacer conmigo, como si yo fuera un juguete nuevo que pensaba usar a su antojo.
    
    —¿Qué me querés hacer? —preguntó, con una media sonrisa cargada de maldad.
    
    No me salió una sola palabra. Estaba tan nervioso, tan caliente, que no me salía ni una frase coherente. Ella se dio cuenta, se acercó lento, con paso firme, se pegó a mi cuerpo, sus tetas tocaron mi pecho, y su mano bajó directa hasta mi verga.
    
    Me la agarró con fuerza, no para acariciarla, para marcar territorio. Se me acercó al oído, y con esa voz suave, dominante, tan suya, me susurró:
    
    —Tranquilo… dejame a mí. La profe soy yo.
    
    Me sostuvo la pija unos segundos, apretándola con su mano caliente, mirándome a los ojos como si pudiera ver dentro de mi cabeza todo lo que había fantaseado con ella. Luego bajó la mirada, se agachó frente a mí… y ahí fue cuando el delirio arrancó.
    
    Se arrodilló entre mis piernas, y sin dejar de mirarme, juntó sus tetas con ambas manos. Me rozó la verga con ellas primero, como tanteando, provocándome, y después la puso justo en el medio, apretándola con fuerza entre esas dos bombas suaves y firmes que tantas veces había imaginado en mi cara.
    
    —¿Así te la pajeabas, nene? —me preguntó, moviendo lentamente sus tetas ...
«1...345...8»