1. La primera vez


    Fecha: 29/09/2025, Categorías: Lesbianas Autor: DaddyLickMe, Fuente: TodoRelatos

    ... también exploró el cuerpo de la joven, le mostró puntos, ritmos, pausas. Le lamió el cuello, los pechos, le susurró secretos entre risas.
    
    —¿Te gusta?
    
    —Mucho. No sabía que podía sentir así.
    
    —Porque ahora estás jugando. Y el juego abre puertas.
    
    Al final, cuando ambas estaban tendidas, con el cuerpo tibio y la sonrisa en los labios, la joven se inclinó sobre ella.
    
    —Gracias por enseñarme.
    
    La mujer le acarició el cabello.
    
    —Gracias por querer aprender.
    
    Y en ese silencio compartido, el deseo se volvió complicidad. No eran solo amantes. Eran amigas que se descubrían, una caricia a la vez.
    
    La habitación estaba bañada por una luz suave, como si el día se hubiera detenido justo antes del mediodía. Andrea entró con pasos contenidos, los ojos curiosos, el cuerpo alerta. Maira la esperaba, como siempre, con esa calma que no necesita palabras. Pero esta vez, había alguien más.
    
    Sentada junto a la ventana, con el cabello cayendo como una cortina de cobre hasta la cintura, estaba Sara. Su presencia era distinta: no intimidante, pero sí firme. Las caderas anchas, el pecho generoso, la piel clara con pecas que parecían constelaciones. Su vello púbico asomaba con naturalidad, sin pudor, como parte de su lenguaje corporal. Cuando Andrea la vio, sintió una mezcla de sorpresa y admiración.
    
    —Andrea —dijo Maira, con voz templada—, te presento a Sara. Es amiga mía desde hace años. Hoy será tu compañera de juego. Yo estaré cerca, pero esta vez, vos vas a guiar.
    
    Sara ...
    ... se levantó con elegancia, se acercó a Andrea y le tendió la mano.
    
    —Soy Sara —dijo, con una sonrisa que no buscaba aprobación—. Me gusta que me miren sin apuro. Y que me toquen como si estuvieran aprendiendo a leer.
    
    Andrea la tomó de la mano, sintiendo el calor, la textura, la diferencia.
    
    —Soy Andrea —respondió, con voz suave—. Todavía estoy aprendiendo. Pero me gusta jugar. Y me gusta que me enseñen.
    
    Sara la miró con atención, como quien observa una escultura en movimiento.
    
    —Entonces estamos bien. Yo también aprendo cuando me dejo tocar.
    
    Maira se acercó, colocó una mano en la espalda de cada una.
    
    —No hay examen. Solo escucha. Solo juego. Solo cuerpo.
    
    Las tres se quedaron en silencio unos segundos. No era incomodidad. Era preparación. Como si el aire necesitara asentarse antes de volverse piel.
    
    Sara se acomodó sobre los almohadones, con el cabello cayendo como una cascada de cobre sobre sus hombros. Su cuerpo hablaba sin palabras: las caderas anchas, el pecho generoso, la piel salpicada de pecas que parecían constelaciones. Observaba a Andrea con una mezcla de ternura y deseo.
    
    —Me gusta tu cuerpo —dijo, sin apuro—. Me recuerda al mío cuando era más joven. Pechos más pequeños, esa frescura en la piel, esa forma de moverte como si todavía estuvieras descubriendo el mundo.
    
    Andrea se sonrojó, pero no bajó la mirada. Se acercó a Sara, la observó con atención, como quien contempla una escultura viva.
    
    —Y a mí me encantan los tuyos —respondió—. Son ...
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